VII

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Llegamos a un restaurantellamado "Red Valley" donde no había idonunca. No parecíademasiadocaro así que no le pusepegas. Uncamarero nos indicó donde podíamossentarnos y a los pocos minutos pedimos los platos que íbamos a cenaraquellanoche.

-Yo tomaré la ensalada de pasta y la chuleta de ternera con guarnición de patatas- pidióVix casi enseguida.

-Yo quierootraensalada de pasta, pero de segundoquiero la merluzafrita con la guarnición de ensalada- pedí yo tras pensarlodetenidamente.

El camarero se fue de allí y Vix y yo comenzamos a hablar en lo que nos preparaban los pedidos.

-¿Qué tal el instituto?- preguntó para romper el silencio- Cuando yo estudiaba allí los profesoressiempre me tuvieron manía-

Solté una carcajada antes de responder.

-Bastantebien- comencé a relatar- La verdad es que para ser mi últimoaño de instituto lo estoyllevando mejor de lo esperado-

-Seguramente se te rifen las universidades para becarte- comentómirándomefijamente.

-Aún no he solicitado en ninguna- confesé- Nunca he sabido a dóndequieroir ni quien quiero ser en un futuro-

-Podríasvenir a Chicago- anunció mientras dejaban el primer plato de ambos en la mesa- A tu hermano y a mi nos quedan dos años y podríamos ayudarte a integrarte-

-Me lo pensaré- respondícomenzando mi ensalada- ¡Estáincreíble!-

Jamás había probado una ensalada de ese calibre. Estabadeliciosa. Vixtorsoltó una carcajada antes de seguir con su plato principal. Seguimos hablando de cosas triviales, trajeron el segundoplato y entonces llegó la hora del postre.

-Esta nochetenemos la especialidad de la casa- comenzó el camarero con la libreta en mano- Tiramisú de chocolate y nueces de macadamia-

-Suenadelicioso- respondióVixtor- ¿Te apeteceuno?- preguntórefiriéndose a mi.

Asentí con la cabeza mostrando una sonrisa y él pidió un postre para cada uno. A los pocos minutos, el mismo camarero apareció con dos platos que depositó en la mesa para después marcharse por donde había venido. Cogí la cuchara y probé aquel plato. Era lo más delicioso que había probadonunca. Terminamosnuestrospostres y, después de una pequeñadiscusión sobre quién pagaba (la cualganó él), salimos del restaurante. Caminamos por medio de la carretera desierta. No sé en qué momento él me cogió la mano pero se sentíacómoda. Tras varios minutos caminando de manerapausada, con un silencionadaincómodo entre nosotros, se me ocurrió mirar la hora en mi móvil.

-¡Mierda!- gritésoltandome de Vixtor.

-¿Qué ocurre?- preguntó él confundido.

-Cuando Michelle te dijo que tenía que estar en casa antes de las 10 y media- comencé a contarleestresada- No era una broma-

-¿A qué te refieres?-

-Mi madre es muypesada con eso de los chicos, ya lo habrásnotado- él asintió- Ella cree que estoy de paseo con Michelle y la dije que volvería a la hora que me dijo-

-¿Cuál es el problema?-

-Que quedan 10 minutos para la hora que me dijo y estamos a la otrapunta del pueblo- gritéexasperada- Creí que tendría más tiempo-

Ambos nos quedamospensando por unos pocos minutos hasta que a Vix se le ocurrió la peor idea de la noche.

-Dejé mi coche a unas pocas calles de aquí en caso de que ocurriera algo parecido a esto- anunció con esperanza- Podríamos llegar a tiempo y tu madre no se enfadaría, ¿no?-

-No tenemosotraopción- dije tras pensarlo de manerarápida- ¿Dónde está el coche?-

Me agarró la mano y comenzamos a andar de manerarápida en dirección al coche. Miraba el móvil cada pocos segundos para no perder la noción del tiempo. Llegamos a su coche, un Jeep de color negro con lineasblancas a los lados. Me subí en el asiento del copiloto y de inmediato él arrancó. Miré la hora de nuevo. Quedaban 7 minutos y medio.

-Tenemos que darnos prisa- anuncié con preocupación en mi voz.

Élcondujo por la carretera vacía lo más rápido que pudo sin despertar a nadie y en algo más de 5 minutos estábamos en la puerta de mi casa. Miré mi móvil de nuevo; las 10:28. Aún tenía tiempo de despedirme de él, aunquefuera de manerarápida.

-Me quedan dos minutos antes de que mi madre salgaenfurecida por esa puerta- comencé a hablardemasiadorápido- Así que lo diré lo más rápidoposible-

Élasintió con una sonrisa y yo continué.

-Para ser sincera, ha sido mi primeracita con un chico- confesé- Y ha sido la mejor primeracita del mundo, así que gracias. ¿Quedaremos de nuevo?-

-Claro que sí- dijo riendo- Yo también me lo he pasadobien-

En ese momento, todo músculo de mi cuerpo se relajó. Estabaestresada por no llegar a tiempo a casa, pero entonces no sentía más que paz y felicidad. Sin pensarlo mucho recuperé el control de mi cuerpo y me incliné hacía Vixtor para dejar un beso en su mejilla antes de abrir la puerta y salir del coche.

-Nos vemos, Samuels- dije guiñando un ojo.

-Buenasnoches, Kat- respondió él con una voz que indicaba que le había dejado en las nubes.

Le sonreí y cerré la puerta. Caminé hacia la puerta de mi casa y cuando estuveenfrente de ella, me giré para ver cómo el coche de Vixtorgiraba la esquina y desaparecía de mi vista. Justo en ese instante la puerta de casa se abrió dejándome ver a mi madre, con la bata y las zapatillaspuestas, que al verme se sorprendió. Miró a amboslados de la calle y después volvió su vista a mi.

-¿Dónde está Michelle?- preguntódesconfiada.

-Se tuvo que ir a casa antes- respondí de la manera más natural- Me voy a la cama, estoybastantecansada-

Entré en la casa y subí a mi cuarto. Cerré la puerta tras de mí y me puse el pijama. Me tumbéboca arriba en mi camaobservando el techo. En mi cabeza volaban miles de pensamientos. Habíasido la mejor noche en mucho tiempo y estaba deseando poder repetirla pronto. Sacandome de mis pensamientos, la melodía de Shawn Mendescomenzó a sonar indicando una llamada entrante. Cogí el móvil sin mirar quien era y respondí.

-¿Diga?-

-¡Quiero que me lo cuentes todo!- gritó la voz de mi mejor amiga al otro lado de la línea.

-¿Michelle?- pregunté aun sin saber si estaba en la tierra o seguía en las nubes.

-¡Queremos detalles!- gritó de nuevo una voz masculina un poco lejos del micrófono.

-¿Alexei?-

-¡Cuéntanoslo todo!- gritaron los dos a la vez.

Lost HalfsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora