Desde la oficina principal de los almacenes Ardlay; un atractivo hombre de negocios, de dorada cabellera, miró detenidamente el espectáculo callejero que en las afueras de sus edificios se presentó en ese mismo instante. Su oficina quedó en la parte más alta de los almacenes, así que le proporciona una vista panorámica excelente.
Ligeramente entreabrió el ventanal y su mirada se posó sobre la muchacha rubia que vestía de manera irreverente. En el rostro de la joven se colgaba una amplia sonrisa que hacía recordar a alguien a quien había amado hacía mucho tiempo, pero que ahora solo vivía en sus memorias. La manera en que la rubia interpretaba la tonada hacía que los recuerdos lo invadieran de manera arrolladora. Aquella música en especial lo cambió a una juventud de trotamundos muy añorada por él, el cual tuvo que abandonar para tomar las riendas de los negocios familiares. Con esa melodía en sus oídos le fue difícil dejar atrás aquellos recuerdos que no eran fáciles de olvidar.
La espalda del hombre se tensó al momento que los aplausos de la muchedumbre se dejaron de escuchar. [Aplausos] —¡Bravo! ¡Otra! ¡Otra!
De manera abrupta se rompe la ventana. Eran pocas las ocasiones que visitaba esas tiendas, pues sus negocios se ampliaron y actualmente se estaba enfocado en la industria del diseño, pero siempre que visitaba esos almacenes se empeñaba en ver a lo lejos a la jovencita del violín.
[TOC Toc]
—Adelante. Dígame señorita Marlow, ¿para qué ha pedido verme?
—Señor Ardlay, buenos días. Disculpe si lo interrumpo, pero me es necesario obtener su aprobación para poder proceder en contra de esa turba callejera que está formando un escándalo en la puerta de los almacenes.
—¿Usted se refiere a los artistas callejeros que están en medio de la plazoleta?
—Bueno... a esa gente yo no los llamaría artistas. Esos solo son unos callejeros que espantan a los clientes de esta zona exclusiva.
El guapo hombre de negocios se paró de su escritorio y se dirigió nuevamente a la ventana. El sol de la mañana se reflejó directamente en su figura haciendo que sus celestes pupilas se cerraran momentáneamente. Después de meditar su respuesta, se giró y habló de manera cortante a la mujer que tenía enfrente.
—¿Y usted toca el violín mejor que esa muchacha?
Aquella pregunta tomó por sorpresa a la señorita Marlow que no supo como contestar.
—No... yo no sé tocar ningún instrumento,... pe..pe... pero... no comprendo su pregunta señor Ardlay. Yo... simplemente... quería desalojar de la plazoleta a esa gente indeseable que lo único que hace es molestar a nuestra exclusiva clientela.
Con mirada retadora, el señor Ardlay habló secamente a su empleada
—Pues si usted no es capaz de tocar ni una campanilla de manera armoniosa, le sugiero que deje en paz a esos muchachos que tratan de ganarse la vida honradamente. Además, yo no he visto queja alguna de ningún cliente; es más, desde aquí puedo ver como disfrutan de ese pequeño espectáculo.
El guapo hombre caminaba alrededor de la señorita Marlow exponiendo su punto de vista y tajantemente dió su última palabra. —Y le puedo decir con certeza que esa chiquilla es una verdadera artista; así que, déjala en paz. Ahora retírese y no interrumpa mi tiempo con esas nimiedades.
A la joven empleada no le quedó más remedio que retirarse de la oficina debido a la forma tan cortante en la que su jefe le habló. Estaba furiosa; pues sus intenciones de fastidiar a la violinista callejera se diluyeron como agua entre los dedos.
Cuando salió del ascensor se encontró con un caballero de cabellos blancos y aspecto elegante que se mantuvo visiblemente molesto.
—¿Señor, se encuentra bien? ¿Lo puedo ayudar en algo?
KAMU SEDANG MEMBACA
La violinista callejera
RomansaEsta historia narra las duras vivencias por las que tiene que pasar una muchacha que fue criada en las calles; sin embargo, unas manos bondadosas le brindaron protección. En medio de todo llega a conocer a la persona con quien compartirá su vida.