Capítulo 5: Ir más allá

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- Madre mía, debiste haber sido una bomba emocional - dijo Ana - Es mucho que afrontar a los catorce años sin poder hablarlo con nadie.

- Gracias - dijo cogiendo el plato de lasaña que le ofrecía Marina - Se me hace la boca agua de verlo - Asintió con la cabeza al mismo tiempo hacia Ana, reconociendo su declaración - ¿Sabía que lo que estábamos haciendo era una locura? Sí. Pasar a la adolecencia y darte cuenta de que tu mejor amiga te pone cachonda da mucho miedo. Y si su madre nos hubiese pillado besándonos... - dijo con una sacudida de cabeza - No puedo ni siquiera empezar a imaginar su reacción.

Ana se echó a reír.

- Creo que si podías imaginártelo, eso es lo que te asustaba.

- Entonces, ¿tu y Luisita hablasteis de eso? - preguntó Marina - Quiero decir, puedes hablar sobre practicar o ayudarla o lo que tu quieras, pero creo que las dos sabíais perfectamente lo que hacíais.

- Claro que sabíamos lo que estábamos haciendo, pero no lo comentábamos. Ella seguía haciendo lo que se supone que tenía que hacer, quedar con Sebastián. Las dos sabíamos cual era nuestro lugar. Ir a colegios diferentes, tener amigos distintos... Su madre la mantenía ocupada con un millón de actividades extra escolares. Además, a medida que crecía iba más con sus supuestos amigos. No porque quisiera, pero porque era lo que se esperaba de ella.

- Porque era una Gómez - dijo Ana - Así que Zaragoza era una pequeña ciudad donde las divisiones de clase seguían pasando. Vaya.

- Ya os lo he dicho, sus padres estaban obsesionados con el que dirán.

- ¿Y os fue difícil veros la una a la otra?

- A veces. Estaba muy ocupada con todo lo que tenía que hacer. Pero nos veíamos bastante, la cena era a las nueve y si ni su madre ni su padre estaban en casa, entonces nos veíamos - tomó un bocado de la lasaña y asintió con la cabeza - Dios, Marina, me voy a morir de lo bueno que está. Gracias por hacerla vegetariana.

- Gracias. Y de nada - le sonrió de vuelta.

- ¿Cuánto tiempo paso antes de que besarse ya no fuera suficiente? - preguntó Ana sin rodeos.

- Quieres decir, ¿cuándo empezamos a tocarnos? - ¿Erais vírgenes, no?

- Pero no inocentes - dijo - Quería tocarla, siempre quería tocarla, pero me daba miedo - Amelia sonrió - La primera vez que me atreví a algo más, tenía quince años.

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Flashback

- He sacado un 9 en el examen - dijo Luisita con entusiasmo, levantando la hoja para que Amelia pudiera verla.

- Bueno, mírate, toda una cerebrito. Ya te dije que te iba a salir bien.

- Lo sé. Aún así estoy en shock.

Amelia la siguió hasta su sala de estudio y se dejó caer en el suelo donde normalmente se sentaban. Luisita se sentó junto a ella con las piernas cruzadas, con una sonrisa en su rostro.

- ¿Qué? - preguntó Amelia, sonriendo también.

- Mónica va a dar una fiesta mañana por la noche.

Amelia ladeó la cabeza, sonriendo.

- ¿Y?

- No se bailar... - bajó la cabeza.

-¿Quieres que practiquemos?

Luisita asintió, su expresión se volvió seria.

- ¿Podemos?

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora