Capitulo 7:

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Salió de su despacho y miró a su alrededor para percatarse de que nadie lo veía. Se sentía como un tonto adolescente de 15 años... escondiéndose para no ser descubierto por sus padres. Volvió a observar por el pasillo. Soltó un suspiro. Al parecer todos estaban ocupados y él podría ir a verla sin ser interrumpido.

Desde que había llegado quiso estar a solas con ella. Pero si no era una cosa, era otra. Y jamás lo lograba. Tenía ganas de ver aquellos ojos marrones que amaba en secreto desde hacía tanto tiempo. Sin dudarlo entró a la cocina, haciendo un poco de ruido.

Ella se sobresaltó y se giró a verlo con el corazón en la boca. Se sintió algo aliviada al saber que era él. Aunque de repente se sintió nerviosa. No quería estar a solas con John Brooks. Carraspeó su garganta y volvió a mirar de nuevo al agua que comenzaba a hervir. John se acercó un poco.

— ¿Qué estás cocinando? – le preguntó y respiró profundamente para encontrarse con el inconfundible aroma al romero.

— Pastas. – contestó ella simplemente.

— Mmm... mis favoritas.

Ella lo miró de reojo y su corazón dio un vuelco. ¿Por qué... por qué le seguía pasando aquello? Era como que no podía superarlo. Lo había amado siendo una niña y lo seguía amando siendo una adulta. Ellos dos se conocían desde que su padre había sido contratado para ser peón de aquellas tierras. John tenía 15 años y ella 13... se habían amado tanto. Pero luego el se fue. Y después de unos años volvió casado. Ella también había hecho su vida. A veces se reprochaba por no haberse jugado por su verdadero amor.

— Lo sé. – le dijo luego de unos segundos.

John se quedó quieto, observándola. Quería decirle algo, pero no sabía que. Tenía aquella estúpida sensación en el pecho. Se preguntaba a si mismo, qué era lo que le impedía confesarle que la seguía amando. Su esposa había muerto cuando Tn_ apenas era un bebé. Y Jenny se había separado del padre de Christopher hacía muchos años.

— Jenny...

— ¿Qué? – preguntó ella.

— ¿Crees que aun estamos a tiempo?

Ella se giró a verlo como si hubiese dicho algo sumamente malo. Sus ojos estaban bien abiertos y había dejado caer el repasador sobre la mesada.

— ¿Qué? – murmuró.

— ¿No lo crees?

— Yo...

Él dio un paso hacia ella. Se limitó a observarla fijamente.

— Voy a quedarme a vivir aquí. – los ojos de ella se abrieron aun más. — Y creo que voy a necesitar una... buena mujer para que me acompañe en la habitación grande.

Sus mejillas se tiñeron de un rojo casi intenso.

— John. – chilló avergonzada. Él rió por lo bajo.

— Cásate conmigo, Jenny. – ella sintió que iba a desmayarse. — Fui un cobarde hace 30 años atrás... por no pelear por ti.

— Éramos joven, John. – musitó ella y dejó de mirarlo.

No podía mirarlo. Le dolía hacerlo. Le dolía recordar la manera en la que ella lo había esperado tontamente... y luego lo había visto llegar de la mano con una hermosa joven de cuidad.

— Era un idiota. – murmuró él. — Y lamento haberte hecho sufrir. Lamento... lamento todo lo que pasó.

— Ya no más. – le pidió ella y se aguantó las ganas de llorar. Ya no era una niña, no iba a llorar delante de su dolor. Se armó de valor para mirarlo. — La cena ya está lista, señor. Voy a avisarles a los muchachos...

Mi salvaje || C.V.&TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora