Capitulo 17:

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Tres días pasaron como si nada. Y para Tn_, Christopher estaba cada vez más alejado de ella. Ahora apenas compartían un: Buen día.

Él la evitaba a toda costa. Y ella se sentía cada vez peor. No solo por eso, sino que la culpa la carcomía. Su voz había mejorado gracias a Jenny.

Volvió a darle un sorbo a la asquerosa infusión que la madre del castaño le había estado dando en los últimos dos días. Ya se había acostumbrado al mal sabor.

Santi entró a la cocina y se sentó junto a ella. Ya no peleaban, y su mejor amigo le había pedido perdón por haberse comportado como un niño.

— ¿Quieres ir a pasear por ahí, Tn_? – le preguntó él.

— No lo sé, Santi. – suspiró ella. — No estoy de ánimos.

La puerta se abrió y él entró. Los saludó por lo bajo y se acercó al fregadero para buscar un poco de agua. Tan pronto como entró, se fue. Y a Tn_ el corazón se le encogió. Odiaba estar así con él. Simplemente lo odiaba.

— ¿Sigue enojado? – inquirió Santi.

— Si. – suspiró ella y apoyó su taza sobre la mesa. — Odio que esté así...

— Entiéndelo, Tn_, heriste su orgullo...

— Yo no herí su orgullo. – dijo frunciendo el ceño. — Solo estaba enojada...

— Celosa. – la corrigió él. Ella lo miró entrecerrando los ojos.

— Lo que sea. – volvió a hablar. — No quiero que esté así conmigo.

— ¿Qué te parece si haces algo? No sé... una carta, una fiesta, lo que sea.

— No, esas cosas no sirven con él. Es terco como una mula.

— Entonces quédate sentada y espera a que se le pase el enojo. No creo que esté así por el resto de su vida.

Alguien volvió a entrar a la cocina. Ambos se giraron a verlo.

— Buenos días, Zabdi. – le sonrió Tn_.

— Buenos días a ambos. – dijo el rizado y se acercó al refrigerador para sacar un poco de leche.

— ¿Cómo te sientes? – le preguntó Santi.

— Mucho mejor, por suerte. – contestó mientras se servía un poco en un vaso. — Ya no siento tanto dolor, y el médico dijo que dentro de poco podré volver a mis actividades normales.

— Tengo algo para ti. – dijo Tn_.

El rizado frunció el ceño y la miró extrañado.

— Es una carta de Mae. – murmuró Santi.

Al instante Zabdiel se acercó a Tn_ y por poco y le arrebató de las manos el sobre blanco. Comenzó a abrirla casi desesperado pero se detuvo al ver que aun estaba en presencia de Tn_ y Santi. Carraspeó un poco.

— Voy... voy a ir a leerla a otro lado.

— ¿Por qué? – preguntó Santi decepcionado. —Queremos saber que te dice.

— ¡Santi! – lo retó ella y golpeó levemente su hombro. — No es de nuestra incumbencia lo que diga esa carta. – miró a Zabdiel. — Ve tranquilo, Zabdi... pero recuerda que todavía no puedes verla. No después de que su padre vino a buscarla hasta aquí.

— Lo entiendo. – murmuró este sin dejar de mirar la carta.

— Si le quieres responder nos dices y nosotros le alcanzaremos la carta a la pequeña...

Mi salvaje || C.V.&TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora