━━ El Jazz & (V)lues abre sus puertas para la celebración más esperada de todos los años. Aquí, lugar de admiración para grandes exponentes musicales, haremos tributo a nuestro más encantador jazzista:
Kim Taehyung.
Poneros...
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❝The Great Kim❞
La casa de su abuela siempre fue su lugar preferido desde que era pequeño; amaba cada rincón de esa estancia, sentía que de todos los espacios podían salir cuentos fantásticos que le susurraron al oído las aventuras que tuvo su abuela a una edad más joven.
Aquella casa de dos pisos con colores alegres, era su escape de todo mundo exterior que buscaba comerle vivo. Era su lugar favorito, eso Taehyung lo tuvo claro hasta cierta edad. Porque luego de serlo pasó a ser el lugar que más dolores le traía, hasta que finalmente terminó siendo indiferente para él.
Ahora, la casa de su abuela era una más entre un montón. Ya no tenía escapes de la cotidianidad ni del mar feroz que, para él, era el mundo a su alrededor. Huía de algo que le pisaba los tobillos y ya estaba causando heridas en él.
Desde la muerte de su abuelo, había dejado de recurrir a aquella casa debido a la decisión que sus padres tomaron por motivos que eran desconocidos para él. Luego, tras un año de aquel fatídico hecho, había perdido contacto alguno con su abuela hasta que llegó la noticia del ascenso a otro lugar de esta.
No obstante, cinco años después de todo, Taehyung volvía al hogar que sus abuelos habían creado para ellos, sus hijos y nietos; la voluntad de su abuela era clara, y aunque a Taehyung poco y nada le importaba el hogar antiguo, consideraba que tenía el mínimo respeto hacia su mayor aún cuando no seguía con vida. Además, tampoco era como que tuviera otra opción cuando estaba desempleado y había sido echado del edificio donde antes residía; pedirle ayuda a sus familiares y amigos tampoco era una opción, especialmente a estos primeros, quienes dejaron de darle apoyo alguno cuando mostró su decisión por estudiar una carrera relacionada con el arte musical.
Muchos lo llamarían orgullo u ego, pero para él eso era cuidarse así mismo incluso si debía mudarse a cientos de kilómetros de la ciudad, con tal de no doblegarse y darle cualquier tipo de razón a sus padres.
Sí, quizás era ego. No sabía.
Pero, ahí estaba: tomando como suyo un lugar que su abuela había dejado para él ni bien cumpliera los veintitrés años. Un lugar que no había pisado en más de siete años, y que ahora golpeaba con un toque agrio.
"Bien, es solo una casa más", pensó. Sostuvo con una mano la caja que se marcaba como la que llevaba los platos y vasos, mientras que con la otra cerraba la puerta de la casa, cuidando de no romper el pomo que temblaba bajo su tacto.
