CAPÍTULO 2

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Seguían pasando los días y mi mente no dejaba de pensar en lo mismo: aquel chico que consiguió llevarse mi atención no solo por un momento sino por mucho tiempo más aparte de ese instante en el que se acercó e hizo que todo mi mundo diese vueltas alrededor de él y solo de él, que por más pequeño e insignificante que pudiese parecer ese momento en el que estuve con él, por más que se tratasen de segundos, en realidad para mí significó mucho más de lo que en ese momento llegué a pensar, porque él sin conocerle de nada hizo que se paralizase el tiempo y no siguiese de forma habitual, porque tan solo con verle y estar a su lado por un corto plazo de tiempo ya me transmitía paz, esa paz que necesitaba en ese caos que estaba viviendo durante toda mi vida... Esa paz que nunca llegué a encontrar en nadie, pero que quizás en ese momento la llegué a encontrar en alguien, y ese alguien era él...

De repente cuando estaba tan pendiente de mis pensamientos que de cualquier otra cosa comenzó a sonar mi teléfono, era Judith, me estaba llamando.

— ¿Qué tal enamorada? ¿Sigues pensando en ese chico todavía? — Me dijo nada más cogerle el teléfono.

Judith sabía toda la historia porque Mateo y yo se la contamos, nosotros somos como una piña, cada vez que le pasa algo a alguno se lo tenemos que contar a los demás, siempre nos contamos todo, y yo tuve que contarle a Judith lo que me había pasado... Y no solo eso, sino que también había sentido algo, un sentimiento que jamás había sentido con nadie, un sentimiento de amor, de enamoramiento, aunque no le conocía, ¿Cómo te puedes enamorar de alguien sin conocerle?, yo no lo sabía, quizás no era enamoramiento, sino un flechazo a simple vista, pero lo que yo sabía es que fuese lo que fuese era especial, porque nunca había sentido nada igual por nadie. Por eso mismo tenía que desahogarme con alguien y ese alguien eran mis dos mejores amigos, Judith y Mateo, les conté un poco de mis sentimientos, de lo que yo había sentido y de lo que seguía sintiendo y ellos me apoyaron y me entendieron al instante.

— Bueno... Se podría decir que bien... o mal... La vedad es que no lo sé Judith, no tengo ni idea, no sé cómo me siento, me siento rara, es que no hay forma de que piense en otra cosa que no sea en él y en ese momento, lo único que hago es pensar en cómo volver a tener algún tipo de contacto con él de alguna forma, pero es que lo veo tan complicado... — Le contesté de golpe sin pensar, sin miedos, simplemente me expresé como pude.

Judith se quedó en silencio durante unos segundos...

— ESPERA, ESPERA, ESPERA. — Gritó Judith de repente.

— ¿Qué pasa?, me has asustado.

— SOY SÚPER LISTA, ¡¡¡CLAROOO!!!

— ¿Qué dices? ¿Qué pasa? ¿Me puedes explicar en qué estás pensando?, recuerda que no estoy en tu cabeza para leerte la mente, me estás poniendo nerviosa, ¡Dilo ya!

— Cierto cierto, mejor decírtelo, no quiero hacerte sufrir más... — Escuché atentamente a mi mejor amiga — Haber Julie, ¡PIENSA! Mateo y tú me contasteis que cuando tú cogiste al gato había una placa en el collar con un número de teléfono, ¿No?

— Emmm si, ¿Y? — Seguía sin entender nada.

— ¡Pues que ese número pertenece al chico, y tú llamaste a ese número! Eso quiere decir que tienes el número del chico en alguna parte del registro de llamadas de tu teléfono.

— ¡ES VERDAD!, ¡Como no se me había ocurrido eso a mí antes!, gracias Judith, que haría yo sin ti. — Le dije yo muy contenta de saber que tenía alguna posibilidad de volver a tener contacto con él.

— Pues no harías nada sin mí, admítelo. — Dijo segura de lo que estaba diciendo.

— Cierto, cierto, pero ahora te voy a colgar y voy a buscar el número del chico, luego hablamos, hasta luego Judith. — Me despedí muy deprisa, quería buscar ya el número del chico y así poder llamarlo cuanto antes.

— Hasta luego Julie. —Se despidió Judith de mí y colgué.

Ahora tocaba buscar el teléfono del chico en el listado de llamadas del móvil y llamarlo, que esa sería la parte más complicada y la que más me costaría hacer, tenía que llenarme de valor para no ponerme nerviosa y poder hablar tranquilamente sin que se me paralizase el corazón cada vez que escuchaba su voz, esa que tanto me gustó cuando se acercó a mí y le escuché hablar... Su voz me llamó la atención, tenía una voz grabe, diferente a todas las demás, eso era obvio. Me gustó mucho su forma de ser, su amabilidad... Era una de las cosas en la que más me fijaba en los chicos quizás, en que fuese buena persona y amable, y creo que él tenía las dos cosas.

Resurgir de las cenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora