CAPÍTULO 3

14 2 3
                                    

Y después de buscar por un largo tiempo el número de aquel chico que se ganó toda mi atención, lo encontré, encontré su número, el número de teléfono que tanto estaba buscando. Solo faltaría llamar y no parecer una psicópata ni nada de eso, no quería que el chico se pensase que estaba loca o algo así.

Ya daba la señal. Estaba nerviosa, angustiada por cómo iba a reaccionar y por lo que podría pasar después. Y cuando ya pensaba que no lo iba a coger, justo en el último instante, en ese instante que piensas que no va a cambiar nada... Pero lo que yo no sabía es que un segundo tiene el mismo valor que mucho tiempo, porque en un segundo pueden pasar muchas cosas, las cosas pueden cambiar, tan solo por un segundo, un segundo puede marcar la diferencia en muchos casos... Por un segundo pueden pasar o no pasar mucha cantidad de cosas que pueden repercutir en alguna situación, por eso tenía que aprender a valorar el tiempo y a ser paciente, paciente cuando quería algo y pensaba que no iba a llegar ese momento, porque en el último segundo te puedes llevar una sorpresa, y a mí en aquel segundo en el que el chico cogió el teléfono mi corazón se paró y no sabía cómo reaccionar.

— ¿Si? — Dijo el chico cuando contesto al teléfono.

— Hola... Soy Julie, Julie Roir, la chica que consiguió atrapar a tu gato en la calle. — Dije muy nerviosa intentando disimular esos nervios que no me dejaban hablar con normalidad.

— A si, hola, yo soy Jack Maison. Supongo que habrás conseguido mi número gracias a que me llamaste.

— Si, la verdad es que mi mejor amiga Judith me dio la idea ya que bueno... pues... me llamaste la atención cuando te vi. — En ese momento mis nervios empezaron a aumentar por cada segundo que pasaba, pero quería serle sincera.

— Vaya, gracias Julie, bueno te tengo que dejar, me tengo que ir.

En ese momento pensé en que quizás el chico que ahora tenía nombre, Jack, no quería hablar conmigo y yo le molestaba, quizás no sentiría lo mismo que yo sentía por el... Pero igualmente decidí arriesgarme, porque quien no arriesga no gana... O eso era lo que decía yo siempre.

— Una última cosa Jack... — No estaba segura si decirle lo que estaba pensando.

— Dime.

— ¿Te gustaría quedar alguna tarde para dar una vuelta o algo? — Se lo dije sin pensármelo dos veces, tenía claro que las cosas había que hacerlas sin pensar, porque si piensas mucho las cosas acabas no haciéndolas.

— Emmm, bueno, no estaría mal la verdad, no me parece mala idea.

No le vi muy convencido cuando respondió.

— Vale, pues si quieres quedamos mañana por la tarde en la playa que hay al sur, donde está el puesto de pulseras de conchas, a las 18:00 si te viene bien. — Estaba consiguiendo no ponerme nerviosa e intentar decir las cosas tranquilamente, aunque me fue difícil porque en cuando dijo que si quería me puse muy contenta y noté como se me aceleraban las pulsaciones del corazón.

— Perfecto, adiós Julie. — Se despidió como si tuviese prisas o como si no quisiese hablar más conmigo.

— Adiós Jack, mañana nos vemos.

En cuanto dije eso colgó sin decir nada más, le vi un poco borde, pero en el fondo yo sabía que él no era así, que era diferente a esa versión que estaba mostrando, eso o que estaba tan enamorada que era verdad de que el amor te ciega, pero tenía claro en el fondo de mi corazón que la segunda opción no podía ser porque sentía algo diferente cuando hablaba con él, algo diferente a todo lo demás, como si en realidad él intentase ser fuerte por fuera peor por dentro fuese todo lo contrario. Ese chico era un misterio no resuelto, y yo sería la persona que no me rendiría hasta encontrar el resultado.

Al día siguiente por la tarde me intenté poner más arreglada para no dar una mala imagen, me puse unos vaqueros rotos, una sudadera de un tono azul que me encantaba y una chaqueta por si tenía frío, aunque en ese momento con lo nerviosa que estaba tenía más calor que frío.

Salí por la puerta de mi casa a las 17:45 para ir tranquilamente a la playa, que no estaba muy lejos, y me puse un poco de música para estar pendiente en otra cosa y así poder relajarme.

Llegué al puesto de conchas de la playa a las 17:55, cinco minutos antes de la hora, me gustaba llegar puntual siempre. Como llegué antes de tiempo decidí apagar la música para escuchar el mar que tanto me encantaba y me senté en la arena para esperar a que Jack llegase, se suponía que debería quedarle poco para llegar...

Eran las 18:02 y Jack todavía no había llegado, no sabía si se había retrasado por algo y por eso mismo iba a llegar un poco tarde o es que no iba a venir y me iba a dejar tirada ahí. Decidí esperarme un poco más y a los pocos minutos Jack llegó.

— Hola. Pensaba que no ibas a venir, lo vería normal ya que es un poco raro que te haya pedido que fuésemos a dar una vuelta sin conocerte de nada, pero por eso mismo, quería que nos conociésemos y ver si me podías dar una oportunidad para empezar a ser amigos.

— Hola, perdón por llegar tarde, ser puntual no es algo que me identifique la verdad. Claro claro, amigos... ¿Por qué no?

En ese momento me puse muy feliz, pensaba que quizás me iba a rechazar o que iba a pensar que era una desesperada o algo por el estilo, pero no, me dio una oportunidad. Estuvimos dando una vuelta por la playa, cogí más confianza con él y eso hizo que se me fuesen un poco los nervios, aunque a veces me volvían a venir cuando le miraba a los ojos, tenía unos ojos preciosos, de color azul muy clarito y cristalinos, me dí cuenta de que poco a poco me gustaba más. Me fijé en sus formas de actuar, en su risa y en las facciones de su cara cuando sonreía o cuando hablaba. Le conté que me encantaba hacer surf, que era uno de mis pasatiempos favoritos y que por eso le había dicho de encontrarnos allí, porque para mí era un sitio muy especial y único. Comenzamos a conocernos poco a poco y a pasar el tiempo juntos, me sentía bien, me sentía en paz cuando estaba a su lado. Más tarde fuimos a aquel puestecito de pulseras de conchas y nos compramos una pulsera cada uno iguales para inmortalizar ese momento, y así no olvidarnos de aquel día, aunque dicen que no hace falta algo en físico para acordarte de un momento, porque los momentos deben quedarse en la mente y nunca olvidarlos sin necesidad de tener algo que te recuerde a él... Es como cuando dicen que en los mejores momentos no haces fotos porque no te acuerdas de ellos, pues eso mismo pensaba yo... Pero aun así quería tener algo en común con él, aunque fuese una pulsera.

Cuando llegué a mi casa después de haber quedado con Jack no me creía ni yo que eso fuese verdad, me sentía en las nubes, como en un sueño del que no quisiese despertar nunca... Lo malo de los sueños es que cuando despiertas, lo haces de golpe y te das cuenta de que nada es verdad, y eso es lo que yo no quería que sucediese, porque, aunque esto haya sido real, no quiere decir que Jack no tenga misterios, porque había algo dentro de mí que me decía que había algo más halla de él y de lo que mostraba ante la gente... Y justo eso es lo que yo quería descubrir. 

Resurgir de las cenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora