CAPÍTULO 4

13 2 1
                                    

Ya era el día siguiente y estaba en el instituto cuando recibí un mensaje de Jack que decía:

— Buenos día Julie, espero que hayas dormido bien, ¿quieres que vaya a buscarte a la salida y vayamos a comer juntos?

Yo en cuanto vi su mensaje sonreí de forma automática, era tan dulce que hacía que me sonrojase con un solo mensaje. Lo pensé bastante, no porque no quisiese ir con él a comer, de hecho, era lo que más quería, pero quizás mis padres no me dejaban, aparte de que no le habían visto ni le conocían, cosa que hacía que se fiasen menos, pero llamé a mi madre y le conté la situación, y le dije que Jack quería que fuese a comer con él y le aseguré que algún día llegaría a conocerlo. Y tras haber insistido tanto, me dejó irme a comer con él. Cuando colgué a mi madre inmediatamente fui a contestar a Jack y le dije que ese plan me parecía perfecto, y la verdad es que no le mentía.

Quedaban cinco minutos cuando miré el reloj que llevaba en la muñeca izquierda para que tocase el timbre que nos indicaba que cada uno podía irse libremente a su casa, y yo empecé a ponerme nerviosa, y a mover los pies de un lado para otro por debajo de la mesa como si fuese un niño pequeño justo antes de que le den un juguete nuevo. El tiempo se me hizo eterno hasta que por fin sonó el timbre, rápidamente me puse el abrigo, cogí mi mochila y cuando salí del instituto me quedé esperando para ver si le veía, ya que como había tanta gente era un poco complicado poder encontrarlo, pero de repente lo vi, a él, tan guapo y diferente a los demás, mis ojos lo detectaron al instante como si se tratase de un diamante que brilla cuando le da un rayo de Sol, y quizás así era, porque para mí el único que brillaba y que consiguió llevarse toda mi atención entre la multitud de gente, fue él. 

Resurgir de las cenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora