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El azabache suspiró cerrando los ojos, recargando la cabeza en el respaldo de la mecedora de madera, aspirando el aroma salado del mar. Comenzó a mecerse en el objeto de madera.
Una escapada a esa casa en la playa siempre era buena opción, ahora, con un par más.
—¡Encontré una roca morada, papá!
Él abrió los ojos para observar cómo su hijo menor, de 8 años, corría a su dirección, agitando la mano que tenía alzada en forma de puño.
Cuando llegó a su lado, abrió la mano, enseñando una especie de roca con un tono violeta demasiado lindo.
—Bien hecho, hijo.— peinó con dificultad los cabellos rebeldes color blanco del pequeño debido a la suave brisa. —¿Sabes a qué se parece?
—¿A los ojitos de mi mami?— respondió como si le hubiera leído la mente.
—¡Exacto!— le acarició las mejillas rosadas del niño.
—¡Oye, Yuki!— el pequeño giró hacia la niña de cabellos negros que estaba caminando por la arena. —¡Encontré otra!
El menor de los Sero dejó a su padre atrás, no sin antes encargarle su piedrita para dársela después a su madre, y fue hacia su hermana mayor.
Hanta los observó desde lejos. Uno de sus tantos sueños se cumplió: formar una familia con su hermosa esposa.
El primer ángel que llegó fue Katie Sero, una hermosa niña azabache de 12 años. Su esposa le decía que era una copia exacta de él, solo que en versión mujer.
Cuatro años después, llegó el segundo ángel a su vida, Yuki Sero, un hermoso niño albino de 8 años. La copia exacta de su esposa.
Durante los embarazos, él estuvo al pendiente de su esposa todo el tiempo, incluso a la hora de dormir. Trabajó demasiado para conseguir una casa y darle lo mejor a su esposa e hijos. E incluso compró una casa más grande en la playa.
Suspiró feliz. Amaba los regalos que le dio su esposa, sus más hermosos ángeles.
Las suaves risas de sus niños se oían a lo lejos, seguramente habían encontrado más piedras preciosas que el mar había arrojado gracias a las olas.
—¡Mira!— la niña se acercó a su padre, enseñándole una concha de mar blanca y líneas celestes y verdes, como si alguien la hubiera dado un brochazo con esos suaves colores pasteles. —Es bonita, ¿no, papá?
—Claro, cielo. ¿Quieres qué la arregle para ti?
—¡Si, por favor!— le sonrió amable la niña.
Katie le encargó la concha a su padre y regresó con su hermano a buscar más cosas. Él la guardó en una bolsita de plástico junto con la piedrita de su hijo, cuando lleguen a casa le hará un collar con el objeto que encontró.
Un tiempo más de búsqueda y entraron a casa, pues la noche se hacía presente.
La brisa se volvió un poco más fuerte. Chocaba con las ventanas, y se colaba debido al pequeño espacio abierto.
Los mayores estaban cocinando mientras que los niños veían en la televisión una película animada, sentados en el gran sillón de la sala.
—Adivina qué me regaló Yuki— dijo divertida Katsumi, mirando a su esposo con diversión.
—No lo sé, quizá ¿una roca violeta?
—¡Si!— exclamó contenta, sonriendo ampliamente. —Mi hermoso niño dijo que se parecían a mis hermosos ojos...
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one shots ! hanta sero
Randomcada capítulo es un mundo nuevo, ¿te atreves a descubrir cada uno? - estado: editando, aún no completa © viennexxi en twitter - 2:12 pm, lunes 06 junio 2022