Prólogo

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Pirata soy
Navego yo
El viento es mi timón
Las estrellas
El mar
Y el sol también
Pirata soy
Navego yo
El viento es mi timón
Saqueamos, robamos
Sin ley festejamos

La tonada se podía escuchar en el oscuro calabozo que albergaba a muchos prisioneros, todos estaban aterrados al estar en el mismo lugar qué el Pirata más temido de los mares.

Este Pirata era el más despiadado y sangriento de los mares, siempre teniendo una sonrisa que aterraba a todos sus adversarios.

-Ya es hora- dijo un guardia abriendo su celda.

-Ya era hora, me estaba aburriendo aqui- murmuró en burla el Pirata.

-Camina maldito- gruño el guardia.

-Déjalo, hablaré con él- ordeno otro guardia de mayor rango antes de que lo sacaran de la celda.

-Como ordene señor- dijo el guardia.

-Pero mira quien esta aquí- dijo el Pirata con burla.

-Mira donde estas tú- gruño el guardia.

-Sabes perfectamente que no lo hice, ellos fueron los culpables- dijo con despreció el pirata.

-Tú la mataste, tú me quitaste a quien mas ame- el odio era palpable en su voz.

-No lo hice... crees que me gusta matar mujeres que no sean piratas? Esto es lo que escogimos ser... se que no me crees, solo llévame y a morire- su voz mostraba tristeza más no arrepentimiento.

-Tadeo... nos ha llegado información de que tendrás un hijo, lo estas condenando al llevar tu sangre, entregamelo y lo críare como mío- pidió el guardia.

-¡Jamás! Para que crezca siendo un hipócrita como tú? Olvídalo, jamás lo encontraran, no importa que tanto busques a mi hijo, nunca lo encontrarán, él será el siguiente gobernante del océano... ya olvidaste el linaje de ella?- dijo Tadeo.

-Esos son mitos, el océano nunca a tenido gobernante y no lo eres tú, ella no tiene linaje solo era una huérfana- gruño Teo.

-¡¡¡NO TE ATREVAS A DECIR ESO DE ELLA!!!- Grito Tadeo.

-Es la verdad, ella fue una huérfana- el marine apretaba con fuerza sus puños.

-Ella siempre hizo todo lo que pudo para protegernos, tu alabas a un hombre que solo la golpeaba- defendió Tadeo.

-Solo dime donde nacerá ese niño- pidió Teo.

-No te lo diré, ustedes nunca lo encontrarán- dijo con burla Tadeo.

-Lo encontraré, lo protegeré- Prometió él hombre.

-No pudiste proteger a tu propia madre y dices proteger a los demás? No juegues con eso, sigues siendo un niño- el pirata era cruel con sus palabras.

-Soy un marine, un protector de los mares- dijo Teo.

-Lamento desilusionarte, pero no lo eres, sabes a cuantas personas inocentes han matado tus amados marines?- pregunto el pirata con odio un su voz.

-Eres el pirata más buscado del mar, te lo pediré una vez más entregame a tu hijo- pidió Teo con esperanzas de salvar a ese niño no nacido.

-No, si mi hijo decide ser pirata tu lo mataras sin pensarlo, al menos se que las personas con las que está lo cuidarán y lo dejaran ser libre- su orgullos de padre no le permitía traicionar a su hijo.

-Lo estas condenando- la voz de marine sonaba triste.

-Te equivocas, mi hijo será quien libere a todos aquellos que lo pidan, por que él lleva el linaje de ella- dijo con burla.

-Eso no existe- gruño Teo.

-Di lo que quieras pero no enconrraras a mi hijo, lo siento hermanito- dijo con sorna.

El pirata y el marine salieron de la celda después de conversar, la misma sangre caminaba junta sabiendo que esa misma sangre seria derramada por buscar libertad.

El pirata caminaba con orgullo, su cabeza en alto ya que jamás hizo algo que fuera encontra de sus principios, la sonrisa de su rostro no desapareció en ningún momento al llegar al patíbulo.

-Di tus últimas palabras pirata- se burló uno de los marines que lo ejecutarían.

-Los mares esperan a su rey, su reina y sus herederos, capturaron al equivocado y se arrepentirán, la furia del verdadero rey del mar vendrá muy pronto, el linaje es más que sangre, teman si lo han hecho enojar- sus palabras fueron como un susurro se viento antes de que las hojas afiladas terminaran con su vida atravesando su pecho.

Todos los presentes en la plaza se estremecieron al escucharlo, todo el mundo sabía que si ese rey nacía todo lo que conocieron alguna vez desaparecería, casi mil años habían pasado desde el último rey, solo quedaban leyendas y mitos pero nadie sabía si era reales o no, eran sólo eso, mitos pasados de generación en generación, era un secreto a voces que si el rey despertaba nuevamente todos los que lastimaron alguna vez a su clan y los descendientes de sus aliados sufrirían su furia, era esa la razón para asesinar a todos los que poseyeran la "X" en el dorso de su mano izquierda, esa era la marca del rey, marca que estaba grabada en la piel desde el nacimiento, muchos la protegían con orgullo, peleaban hasta su último aliento como lo hicieron sus antepasados al pelear al lado del rey.

En una isla estaba una bella mujer de cabello rojizo y ojos azules como el mismo mar, lágrimas caían al saber que su amado, su lazo se desvanecía, tenia en sus brazos a su bebé, era lo único que le quedaba del hombre que alguna vez amo y que jamás olvidaria.

-Tú serás quien acabe con todo el sufrimiento del mundo, ese es tu destino- susurro la mujer a su bebé de casi un año.

-Pa... pa- balbuceo la criatura.

-Pirata soy... Navego yo... El viento es mi timón... Las estrellas... El mar... Y el sol también... Pirata soy... Navego yo... El viento es mi timón... Saqueamos, robamos... Sin ley festejamos- cantaba la mujer meciendo a su bebé, lágrimas caían de sus ojos aún cuando tenía una sonrisa mientras se mecía como si bailará con las olas.

-Esta era la canción favorita de tu padre, el fue el hombre más valiente que conocí, nunca debes sentirte avergonzada de tu padre... el mundo jamás encontrará a su hijo, por que eres una niña... eres su pequeña reina pirata- dijo la mujer.

-Rei, es hora de irnos- murmuró un hombre pelinegro con anteojos.

-Esta bien... tenemos que ocultar a la futura protectora del rey de los mares- dijo Rei.

-Nadie te lastimara, como la tripulación de tu padre jamás dejaremos que te toquen- dijo el pelinegro acariciando el cabello de la niña.

Reyes de los Mares Donde viven las historias. Descúbrelo ahora