Capítulo 34

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Ese día me retiré del instituto antes del horario de salida al saber que mi situación mental y física no mejoraría. Supuestamente solo me sentía con fiebre y por suerte, los directivos se creyeron por completo aquella mentira al ver mi rostro destrozado de tanto llorar.

En cuanto Gayeon se enteró de esto a través de una profesora, no paró de saturarme el celular con millones de mensajes y llamadas. No tenía muchas energías ni ganas para hablarlo en línea, por lo que mejor la invité a mi casa para contarle todo lo ocurrido.

Como mi mejor amiga llegaría a mi casa ya cuando el horario escolar finalice, aproveché el poco tiempo que me quedaba a solas para acostarme en mi cama durante lo que restaba del día y dormir la siesta, ya que los ojos hinchados me causaban sueño.

Sobre Jungwon no quería pensar en nada, pero era lo único que conseguía rodar por mi cabeza. No había recibido ni un mensaje por parte de él y ni siquiera sabía si ya se había enterado de mi situación, pero por el momento no deseaba cruzar ni una sola palabra con él. Realmente me había enojado y no pensaba disculparme con él ya que no tenía la culpa de nada, pero por alguna extraña razón deseaba que me abrace y consolase, aunque el mismo fue quien había causado todo esto.

Ni siquiera había podido dormir, como máximo cinco minutos debido al dolor de cabeza constante. Se pasó la hora del almuerzo e inmediatamente logré oír el timbre sonar pues, seguramente era Gayeon esperando a que le abriese la puerta desesperadamente y antes de hacerla preocupar más de lo que ya lo estaba, dejé que entrara a mi casa.

— ¿Estás bien? ¿Ya comiste? — Tocó mi frente.
— No. — Dije mientras cerraba la puerta.
— Deja, yo te hago la mesa y mientras hablamos, ¿sí? Dios, no sabes lo que me asustaste. — Se remangó mientras se dirigía a la cocina.
— Qué bien, alguien se preocupa por mí. — Celebré falsamente.
— Muchos lo hacemos. Las chicas me preguntaron por ti. —

¿Y Jungwon?, pensé. Pero nunca me atreví a preguntárselo verdaderamente. Lo único que hice fue reír forzosamente mientras miraba la pantalla de mi móvil, esperando un mensaje de una persona en específica.

Gayeon terminó de poner los cubiertos y comida ya hecha que solamente necesitaba ser calentada sobre la mesa, para luego arrastrarme hacia esta y obligarme a almorzar aunque sean tres cucharas de arroz. Solté un suspiro sin encontrar alguna otra opción y tomé los cubiertos para comenzar a comer lentamente, aunque realmente no tenía mucho apetito. Una vez que había terminado el plato, la chica me felicitó y su preocupación hacia mí desvaneció un poco.

— ¿Te sientes mejor? — Preguntó suavemente.
— Debo admitir que sí. — Reí estúpidamente.
— Tonta. — Me regañó, aliviándose. — ¿Quieres contarme lo que pasó? —

Mordí mi labio inferior mientras enterraba mis uñas en mi propio muslo al haber llegado al tan esperado momento para Gayeon, y como era la única persona a la que le podría contar todo lo ocurrido, lo hice haciendo el intento de no romper en llanto otra vez.

— No entiendo porqué mamá le dijo eso a Jungwon, la verdad. — Solté al finalizar mi relato.
— Tampoco lo comprendo, capaz se lo dijo para que fuese más cuidadoso contigo. — Suspiró. — Y Jungwon no debería presionarte para que le digas que lo amas también. —

Sonreí al hallar a la persona indicara para conversar sobre aquel tema, sintiéndome completamente comprendida al darme la razón pues, aún no creía estar lista para decirle una frase que contiene un valor de suma delicadeza.

Más que nada me había molestado con el pelinegro porque aunque él sabía todo, no dudó en decírmelo y ser un poco cuidadoso con sus palabras: pensé que realmente no le importaba todo por lo que había atravesado yo. Sin embargo, soy consciente de que capaz estaré dramatizando mucho y pensando demás, pero es algo inevitable cuando he vivido toda mi vida siendo la segunda opción de muchos.

— ¿Y qué piensas hacer? ¿En serio vas a dejar las cosas así? — Interrogó con curiosidad y a la vez preocupación.
— Realmente no lo sé. Ni siquiera recibir un mensaje de él. Capaz de verdad no le importo del todo... —
— Te aseguro que eso no es. Seguramente se sienta molesto contigo, pero él también necesita tiempo para entender sus errores. — Negó con seguridad.

No opinaba lo mismo sobre lo último dicho por mi mejor amiga, pero tampoco tenía las suficientes energías para iniciar un debate y llevarle la contraria, así que solamente alcé mis comisuras suavemente en silencio. Ella al notar mi sonrisa algo forzada, se acercó hacia mí para abrazarme.

— ¿Te acuerdas de la vez que nos conocimos? —
— ¿De la nada? — Reí levemente ante la repentina pregunta.
— Eras una rara. Realmente una rara. — Reímos en un unísono. — La chica nueva sin amigos, qué interesante. —
— Si no te me hubieras acercado, de seguro seguiría sin amigos. — Agradecí mientras bromeaba.

El ruido de una notificación interrumpió el momento tan amistoso que nunca antes había tenido con Gayeon. Por el sonido del tono, pude reconocer que venía de mi celular, por lo que no dudé en revisarlo: era un mensaje. Pero no era uno simple, común y corriente. La persona que me había escrito me llamó la atención, y fue aún más extraño el contenido de su mensaje.

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Una tercera oportunidad | ENHYPEN's JUNGWONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora