Otoño.

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Por más que lo intentarán...



...aquella flor ya estaba muerta.


La cálida estación se había ido, dejando a su paso hojas caídas y flores marchitas

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La cálida estación se había ido, dejando a su paso hojas caídas y flores marchitas.

La habitación de Atsushi Nakajima ahora se hallaba llena de orquídeas que parecían burlarse de el y de sus sentimientos.

"El jamás te amara" parecían decir "¡Tonto, ingenuo niño! ¿De verdad creías que era amor?"

"Cállate." Lloró, en aquella vacía habitación. "Sólo cállate."

El silencio fue su única compañía.

***

"Parece que viene una tormenta."

El ligero ruido de las oficinas se sentía como estática en los oídos del joven albino.

Marcando un ritmo imaginario con la punta del lapicero de Kunikida se hallaba su superior, Osamu Dazai, con una sonrisa socarrona en sus labios.

"Si, eso parece." Contesto la pregunta no dicha con labios secos después de toser sus flores marchitas.

La enfermedad próspero rápido, floreciendo sin prisa pero sin pausa, al ritmo del amor

Y, oh, cuán grande y cuan profundo era su amor no correspondido.

Verán, aunque Atsushi fuera ingenuo eso no la hacía un estúpido. Fue ver a Akutagawa huir de su cita al encontrarse con moreno, dejando tras de sí un rastro de lirios dorados, que sumo dos y dos, comprendiendo su condición.

No era amado.

Se ahogó en un mar de flores rosadas, lágrimas y dolor.

Y, ¿saben que es lo peor?

Que lo haría mil veces más con tal de que lo bueno que vivió con el azabache se quedara con el.

Por un momento rozó la felicidad con la punta de sus dedos corruptos, pero como una burbuja explotó en su cara, hermosa pero demasiado frágil para tocar.

Dazai sonreía en su asiento, observando como el joven sufría ante los efectos de la manzana envenenada que le ofreció llamada amor. Ranpo no le dirigía la palabra pero aquello no importaba ya. El amor era un juego de tontos, y el moreno nunca fue uno.

un año junto a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora