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Esta es la historia de un chico de corazón puro, un delincuente como cualquier otro con una increíble pasión por la adrenalina. Su historia comienza con la partida de su mejor amigo, su vida comienza con la historia de la mujer a quien más amó en su vida y su destino empieza en donde todo aquello de lo que creía murió.

Capítulo 1: ¿Dónde estás amor mío? En donde nuestro querido protagonista empieza a luchar.

Una centella en la oscuridad y un resplandor enaltecedor del destino. Es como lo describiría yo si me encontrara en aquella situación. Yo describiría mis propias emociones como un color hecho de varios, como una rosa con diferentes aromas, como un blanco y negro en un continuo devenir.

Yo tenía 4 años cuando comenzó todo, mi madre era de Venezuela y mi padre de México. Solíamos vivir un tiempo en Yucatán pero mi padre tenía planes más allá de lo que nos hubiésemos imaginado. No recuerdo mucho de ello, una vecina solía contarme historias muy lindas sobre las pirámides y los volcanes, un guerrero enamorado de una princesa hasta la muerte...

Lo que recuerdo de Miami es que vivíamos en una comunidad muy bonita. Todos los vecinos eran amables conmigo y mamá, pero por alguna razón con papá no. Por cierto, yo nací en Caracas como mamá. Siguiendo con mi infancia... iba a la escuela de la zona con los niños del barrio, todos nos llevábamos como hermanos de sangre. Nos cuidábamos los unos a los otros más que a nosotros mismos. Cuando crecí papá se fue a trabajar a Texas, ya estaba en High school y no nos alcanzaba mucho el dinero que nos mandaba así que mamá optó por trabajar en un negocio de comida. Todo iba bien hasta que mamá decidió darme una hermana con el señor "Charlene" su jefe.

La última vez que vi a papá fue cuando vino por sus cosas a la casa. Salió enojado de la habitación de mamá y me miró con indiferencia. Después de eso, nos mudamos a un departamento y el señor Charlene nos visitaba 2 veces a la semana, él era muy bueno conmigo, me traía obsequios y nos daba mucho dinero según recuerdo.

El último año de High School volvimos a vivir a nuestro antiguo barrio y nunca más volví a saber del señor Charlene. Yo veía a mi mamá triste desde entonces, aunque ella me dijera que su único amor en la vida ella yo. Mi hermanita ya tenía 3 años, estaba en mi último año de escuela. Y para ayudar a mamá tenía que meterme a trabajar, pero nadie me aceptaba por mi tono de piel. Entonces apareció mi viejo amigo Kev.

Solíamos vender drogas a los chicos en la escuela junto a otros chicos del barrio. Los mejores éramos Kev, Ed y yo. Nos iba tan bien que al poco tiempo fui dejando la escuela y le compré un departamento a mamá para que a ella y a mi pequeña hermana Lucy no les faltara nada. ¿Qué de donde conseguía la mercancía? Bueno, de eso se encargaba Kev, digamos que él había logrado con su precioso don cierto carisma para la banda y él era un rango más alto que todos los demás.

Eran buenos tiempos, cuando en las fiestas todos te buscaban por ser popular. Yo tenía mucho pegue con las chicas de 14 por alguna extraña razón. Una noche Kev recibió la noticia de a que su hermano lo habían encontrado muerto y balaceado. Entonces buscamos a su chica para que lo en contentara un poco y todo eso. Llegamos a la casa de su chica y ella estaba con alguien más. Pero no cualquier idiota, el pobre era Ed. Kevin se encerró con la chica en el cuarto y mil gritos salieron al sonoro eco de la casa.

No sé cómo describir la siguiente escena, Kev estaba destrozado y mató a golpes a la pobre chica usando un fierro de su cama. Yo estaba viendo todo, Edward intentó escapar pero los demás con los que veníamos lo agarraron y entre ellos le dieron una paliza hasta dejarlo casi muerto. Ambos tenían la mandíbula rota, Ed se quedó sin un ojo y Miranda, la chica tenía los dedos doblados, el cuello morado y su cuerpo desnudo sobre su bata de seda lleno de sangre.

En el auto camino a tirar los cuerpos, no pasaba por mi mente ninguna palabra. Estaba lloviendo y detrás de nosotros venían 4 autos más. En la radio se escuchaba una canción de 1975. No recuerdo cual era, pero ni siquiera entendía la letra, no podía superar eso que había presenciado con mis propios ojos. El auto paró y salí del auto para ayudar a Kev a tirar el cuerpo. Abrí la cajuela y apestaba.

¿Qué había pasado? Sentí tantas ganas de vomitar y era sumamente repulsivo.

Una centella en la oscuridad y un resplandor enaltecedor del destino. Es como lo describiría yo si me encontrara en aquella situación. Yo describiría mis propias emociones como un color hecho de varios, como una rosa con diferentes aromas, como un blanco y negro en un continuo devenir.

No sabía qué hacer con mi vida y que sería de esta después de la pendejada que acababa de hacer Kev.

Cuando volvimos al barrio, nos andaba buscando la policía. Al parecer la compañera de cuarto de Miranda tenía cámaras en la entrada de su residencia y la grabación había captado todo lo que habíamos hecho. Tenía nuestras placas. Y por ser una mujer americana blanca en peligro estábamos en grandes aprietos.

Salimos corriendo y nos escondimos en todos los lugares posibles pues ellos tenían nuestras placas, acordamos desaparecer e irnos a diferentes partes. Yo iría a México, no sabía cómo decirle a mamá que la dejaría pero le mandaría dinero. Al llegar a casa mamá ya no estaba, pero había una nota sobre la mesa.

"Querido Alan sé que esto me va a doler más que a ti pero sabes que mami necesita comprar su medicina para no sentir esos dolores en la cabeza y sabes que el sr. Henry puede ayudar a mami, sabes que Lucy no puede venir conmigo pero sé que estará bien contigo. Siempre vas a ser lo más preciado en mi vida Al.

Con amor, mamá"

Lucy estaba en su cuna, ella era demasiado pequeña para comprender lo que pasaba. Tomé su manita y sonreí. Luego lagrimas salieron de mis ojos.

¿Cómo es que esto pasó tan rápido?

¿Cómo pudo destrozarse mi vida en tan solo un día?

Volví al barrio y dejé a Lucy con una amiga de la familia. Ella era muy pequeña y quizás nunca se acordaría de todo esto. Prometí mandar dinero cada que pudiese, vendí el departamento con ayuda de kev y el dinero lo usé para dárselo a Marcela, pues sabía que ella cuidaría de Lucy.

Los sábados no son como solían serlos.

Un amigo de Kev me recogió en la frontera y de allí fui a parar a Monterrey. El paisaje no era como recordaba México, aunque claro no había estado aquí pero podría ser algo parecido a lo que conocí.

Cuando me establecí empecé a trabajar al siguiente día, acá ganaba menos pero era algo seguro. La policía nos cuidaba y casi todos se parecían a la familia del barrio. 

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