2

144 6 0
                                    

Capítulo 2: Ya es la hora de tomar té y tomarte.

"The sun's coming out but I'm feeling colder

I can't wait 'til the drought is over"

Me quedaba a dormir con unos chicos muy raros pero agradables, estos sujetos eran de diferentes partes del continente. Michael, Dylan, Trevor, Sebastián y Lucas. Todos nosotros trabajábamos para José, el amigo de Kev, y a todos nosotros nos tocaba vivir en la misma casa. Realmente si lo ves desde un punto de vista metodológico, no es buena idea tener a todos los narcomenudistas en una misma casa, pero quien soy yo para juzgar lo que me dan.

Michael era australiano, Dylan venía de Guadalajara, Trevor de Texas, Sebas de Colombia y Lucas de Argentina. Todos estábamos aquí por la misma razón. <<Ó al menos eso creía hasta entonces>>

La "pequeña" casa de José tenía una cocina enorme llena de gente del servicio, un estudio grande, cuartos de baño espaciosos, recamaras para cada uno de nosotros, una linda alberca en el patio y varios cuartos cerrados.

José nunca nos dejaba husmear por ahí y mucho menos traer a chicas a la casa. Las mujeres solo eran una distracción, durante los meses que estuve ahí trabajando para él ninguna mujer que no fuera una empleada de edad avanzada cruzaba estos caminos, pero todo cambió cuando una chica morena y de grandes ojos tocó a la puerta, la novia de José.

Alejandra era la clásica princesita berrinchuda de papi y siempre que visitaba a José era para pedirle dinero, claro a cambio de sexo, pues ¿Qué clase de persona en sus cinco sentidos andaría con un adefesio como José?

Todos le guardábamos respeto por ser la mujer de José, a veces bromeábamos con llamarla "María", "María de todos los ángeles" y "Virgen María". Los chicos y yo sabíamos que afuera las chicas se compartían pero ella era de José.

Mi día <> iniciaba a las 9:00 am. Nuestras instrucciones eran bañarnos en la mañana y estar aseados en la hora del desayuno, o siempre creí que José estaba traumado con "Buenos Muchachos" y por eso nos hacía vestir como pachucos. Comíamos y dábamos las gracias, luego salíamos por nuestros sacos o abrigos para ir al estacionamiento de José y escoger el auto en turno. Tomábamos nuestras precauciones, cada día una placa nueva. Diferente conductor en la semana.

Llevábamos mercancía a campus, tabernas, locales pequeños y demás. En ocasiones saludábamos a la policía y los invitábamos a las carnes asadas de Sábado a Domingo pues la fiesta continuaba dos días. Todo era risas y buena vibra, brindis y mucho vodka. El lunes era día de entrega de nuevos trajes y volvía a comenzar la semana.

La jornada de trabajo acababa a las 5:00. Las cocineras servían a las 5:30, José no les permitía volver a atendernos si llegábamos tarde. "Todo en esta vida es puntualidad, es el secreto del éxito" repetía José siempre. Digamos que José era como nuestro papá, era cincuentón y sé que solo estaba con Alejandra para sentirse joven otra vez.

Una noche, Alejandra tocó la puerta y su querido servidor fue a abrir la puerta, en cuanto lo hice ella entró de mamona como siempre y me barrió al pasar, pero esta vez con una amiga suya. Quedé embobado al verla. Que curvas, que caderas tan anchas y qué culote se cargaba la canija. Cerré la puerta y llamé a José, su reacción al ver a la otra chica no fue de muy buena manera que digamos.

Los otros se acercaron y quedaron embobados al ver a la amiga de Alejandra. José los corrió a la sala del billar y me dijo que me quedara ahí con él. Me dio indicaciones de llevar a "Pamela" a uno de los cuartos cerrados que estaban alejados de los nuestros, y me dio una llave.

Llevé a Pamela a su habitación "Bueno, ¿Qué ese tal José no les enseña a ser educados y saludar?" dijo al llegar frente su puerta. "Es sólo que me dijo que no hablara contigo" respondí. Abrí su habitación y entré al cuarto para encender la luz. "Lo acabas de hacer" se sentó en la cama y puso su pequeña maleta a un lado.

No contesté, pero al cerrar la puerta escuché un "buenas noches" de su parte.

Los días pasaban, ella nunca bajaba a comer. Todo lo que hacía era quedarse en su habitación. Le llevaban la comida como si fuera servicio a la habitación. ¿Quién se creía? Ni siquiera la "María de todos los Ángeles" recibía un trato así. Pam no salía más que cuando iba de compras con Alejandra. Aunque la vieran tan solo unos segundos los chicos se alborotaban mucho al verla. Los ponía hormonales y pendejos.

Una tarde José salió con Alejandra y nos dejaron a cargo a Lucas y a mí. No sin antes dejarme una lista de las cosas que tenía que hacer para mantener todo en calma.

Todos los idiotas, digo los chicos fueron directo con Pam, se la pasaban hablándole desde su puerta, pero ella no respondía. Ponía la tv o la música a todo volumen y los ignoraba. Lucas y yo nos disponíamos a burlarnos de esos idiotas. Al final cedieron y nos fuimos a la alberca.

Y de pronto ella entró, en un bikini blanco desenvolviéndose de su toalla color negra, todos quedaron boquiabierta, salieron de la alberca y le empezaron a tirar la onda. Rápido fui y la jalé del brazo para arrastrarla a su habitación. "Lo siento chicos, ordenes de José" todos quedaron inconformes con esto último pero reglas son reglas. "Eres tan aguado, sabes" dijo ella cuando entramos al corredor. "Por alguna razón José me pidió que te mantuviera en tu cuarto, sabes".

Abrí su puerta repitiendo la misma acción que la otra noches pero la luz a no encendía. "¿Podrías ayudarme cambiando el foco?", yo asentí y me paré en la cama que estaba ahí pero ella me tomó del cuello riendo a carcajadas y me tiró. "¿Qué te pasa loca? ¡Pude desnucarme!" refunfuñé. Sentí sus manos en mi torso desnudo y sus pequeños dedos cerca de mi traje de baño. Sus piernas estaban cubriendo mi cuerpo atrapándolo y sus labios se acercaban a mi cara desde los besos en el cuello. Yo quise parar pero mi cuerpo me traicionó y allí es como perdí mi preciosa virginidad de macho.

Cada día a partir de esa noche, inventaba una excusa para ir a verla, desde llevarle una taza de té a dejarle la ropa limpia, sus piernas enredándome y su escote me hacía salir de mis casillas. Éramos como blanco y negro. El jing y el jang. Pamela me hacía sentir puro y especial. Yo le solía decir que ella era mía solo si yo era de ella. Cogía cuando lo necesitaba, cuando me sentía demasiado enamorado de ella. Algunas veces juntaba nuestros apellidos para ver como serían los de nuestros hijos.

Todo iba bien hasta que Lucas me delató con el jefe. Allí ya no había vuelta atrás, yo sabía que era un riesgo estar con ella pero me encantaba. Eso hasta que me enteré de que esa niña era la hija de José. Pero ¿Cómo demonios lo iba a saber? La niña de 15 parecía de 19 y su mamá la "Virgen María" ya tenía sus 38 bien conservados. Entonces comprendí que eché todo a perder por una cara bonita.

Al menos José no fue muy duro conmigo, sólo me vendió con uno de la cdmx y me mandó a chingar a mi madre varias veces. Realmente no sabía que todo este tiempo yo era de su propiedad, todos los que estábamos ahí lo éramos. Puedo jurar que ninguno de los chicos sabíamos en lo que nos metíamos realmente.

Después de unos meses en el periódico salió la noticia de que José estaba preso debido a prostitución y narcotráfico. Mi mayor sorpresa fue ver que todos los que eran mis amigos eran llevados a los prostíbulos. Entonces allí realmente entendí la última carta de José.

"Alan, eres un chico con suerte. Me agradabas como si fueras mi hijo, suertudo. Por lo que le hiciste a mi hija mandaría a enterrarte vivo y a matarte, pero eres amigo de Kev y eso te hace un chico con suerte. Nunca pude tocarte ni mandarte con los demás ni darte su mismo sueldo por este simple motivo. Eres un chico con suerte." -JJS

take my handDonde viven las historias. Descúbrelo ahora