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Cuando Harry despertó de su sueño, estaba jadeando en busca de aire.
Se sentía asfixiado, como si hubiera estado en medio de una carrera de la que no podía salir hasta que despertaba.
Dió un manotazo a un lado y tomó sus anteojos, su vista se enfocó y sus ojos esmeraldas cayeron en su hermana. Lauren estaba bocabajo, su respiración era lenta y su cabello pelirrojo estaba alborotado. A diferencia de él, su melliza nunca tuvo mayor inconveniente con la vista, no usaba anteojos y su cabello estaba lleno de ondas cual fuego.
A veces, cuando se enfocaba lo suficiente, imaginaba a su madre en su mirada cada vez que le sonreía.
Harry se talló el rostro, frustrado. Se levantó rápidamente de su cama y prendió la lámpara que estaba aún lado de él. Le ardía la cicatriz. Fue a su ropero y buscó su mirada ante el espejo de cuerpo completo, y ante él; un chico de catorce años se reflejaba, unos ojos esmeraldas le devolvieron la mirada y su cicatriz ardió de nuevo. Hizo una mueca. La marca le había estado doliendo todo el verano, e incluso Lauren le había comentado como es que algunas veces la suya le sangraba.
Por suerte o destino, la cicatriz de su hermana melliza había recaído en su cuello, debajo de su clavícula, donde le era más difícil notarla y las personas no podían hacer mucho al intentar buscarla. A lo largo de los años había notado como su hermana se regodeaba cada vez que los ojos ajenos se clavaban en ella, buscando algo que no encontrarían a plena vista.
Había tenido suerte, pensaba cada vez que cada extraño lo miraba con ojos asombrados y clavaban su vista en su frente.
Tenía mucha suerte.
Mientras se observaba en el espejo, no notó como Lauren estaba sentada en su respectiva cama. Era pequeña y para una sola persona, pero ambos sabían que era mejor que vivir en esa pequeña alacena que habían compartido por muchos años.
A veces, Harry recordaba aquellos tiempos con melancolía, porque aunque habían sido tiempos amargos, ambos hermanos aún no sabían sobre el peso que cargaban en sus hombros.
—¿Pesadilla? —preguntó Lauren.
Su voz fue baja, un tanto ronca por la soñolienza que aún no se disipaba de sus ojos enrojecidos por el sueño. Pero aún así, Harry sabía que nadie en el mundo se preocuparía más por él que su hermana, porque desde muy niños, ambos habían procurado cuidarse mutuamente.
Porque si no lo hacían ellos, ¿quién más lo haría?
Habían crecidos solos, sin una sola pizca de amor más que el fraternal que ambos se inspiraban mutuamente. Sin Lauren, no existía Harry, y sin Harry, Lauren no era absolutamente nada.
Ambos niños eran lo único que tenían, además de la familia Weasley y la amiga Granger que los había seguido en sus aventuras los últimos años.
Harry hizo una mueca.
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Broken dreams || Spring Winds.
Fanfiction«Cuenta la leyenda que todos están destinados a sucumbir ante la oscuridad». Lauren es la hermana melliza de Harry Potter, por lo que desde que eran un par de bebés, ambos fueron llamados los niños que vivieron; los que sobrevivieron al mago más ten...