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Explícanos cómo es que conoces a Yuya.
— habló con voz firme Santiago Muñoz, expresión y tono que cambiaron a uno de desesperación — Yo siempre he querido una foto con ella.

— ¡Y siguen con lo mismo! — reí — A Marian — dije, remarcando su nombre — la conocí hace muchos años. Ella iba en la misma preparatoria que yo; me apoyó mucho, al igual que yo a ella. Fuimos fundamentales el uno para el otro para llegar hasta donde estamos ahora. Ha sido mi mejor amiga de toda la vida. Nos alejamos por un tiempo, por cuestión del destino, pero ahora nos hemos reencontrado, y estoy muy feliz. — agregué — Sigue siendo tan bella y única.

— ¡No bueno! Solo te faltó soltar el suspiro de loco enamorado. Se te ve a kilómetros que sientes algo por ella. — comentó Matheus Dória, riendo.

— Amor.
Eso siento hacia ella. Con solo verla esa noche... me inspira tanta paz y tranquilidad. ¡Es que es bellísima! — dije, riendo. Con mis mejores amigos podía perder toda la timidez y simplemente ser yo.

— Bueno, quiero que la invites a la fiesta de cumpleaños de Sophie. Cumplirá 6 años y quiero que esté ahí. De paso, "Yuya" puede ser su regalo. — reímos — Realmente creo que estaré más emocionado yo que ella. Soy fan de Yuya.

— ¡Ja, ja! Aquí la pregunta es: ¿quién no es fan de esa bella mujer? — dije mirando a Math.

— Basta, Carlos. Me revuelves el estómago con tanto halago hacia ella. Estoy seguro de que cuando la tengas enfrente de nuevo, no podrás articular ni siquiera un "hola". — comentó de forma burlona.

— Tan tonto no soy. — los miré por última vez antes de subir a mi coche y partir hacia casa de mis padres.

...

Narrador

— Ethel, ¿tienes idea de por qué tu hermano está así de risueño?

— No te equivoques, mi hijo siempre está así de risueño — interrumpió la madre de Carlos—. Solo que esta vez es una sonrisa diferente, como si recordara algo.

— O a alguien... — interrumpió esta vez el padre. — ¡Exacto! ¿Sabes algo? No me digas que no, porque no te creeré.

— Carlos se reencontró con el amor de su vida. — contestó, suspirando, mientras Renata escupía accidentalmente la bebida que ingería.

— ¿Hablas de Marian? — decía, sin poder creerlo, mientras Ethel asentía. — ¡Creí que jamás se volverían a ver! Necesito un sobrino de esos dos.

— ¿Te imaginas cómo serían? Ambos con su vocecita tan linda, sus caritas, sus ojitos... ¡Me derrito! — decía Ethel, mientras sus padres reían enternecidos.

— ¿De qué me perdí? — interrumpió Carlos.

— De nada, hijo. Siéntate, la comida está lista.

...

— ¿Mañana tienes planes? — cuestionaba la hermana mayor.

— Asentí. — Iré al cumpleaños de Matheus y de la sobrina Sophie.

— ¿Irás acompañado? — cuestionó Ethel hacia Carlos, moviendo raramente sus cejas de arriba hacia abajo.

— Río. — Creo que sí. Math me pidió que invitara a Mar, y depende de qué tan ocupada esté... no sé...
De una vez le enviaré un mensaje

Creo en ti - Carlos AcevedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora