Hacía bastante tiempo que no recordaba eso.
Era un día particularmente bonito en Vergel Radiante, mis padres me habían dado dinero suficiente como para conseguir helados para mi y mis amigos, así que me dispuse a comprarlos algo antes de tiempo y esperé sentada en uno de los salientes de la plaza. Habíamos quedado para llevar a cabo otro de los planes de intentar entrar al misterioso castillo, seguramente fallaría, pero al menos las risas estaban aseguradas.
La brisa primaveral acariciaba mi cara mientras admiraba las flores que decoraban los jardines, siempre impecables, ¿qué les darían de regar para que no se marchitasen ni en invierno? Tampoco es que en invierno hubiera un gran cambio en el clima, si eso algunos chaparrones y un aire algo más frío, pero tampoco había la necesidad de llevar chaquetas o jerséis gruesos.
Estuve ahí sentada un rato, perdiendo la paciencia mientras los helados se iban derritiendo lentamente, cuando me di cuenta de la existencia de un chico rubio que no me resultaba familiar, pero que parecía de mi edad, en el otro lado de la plaza, sentado, y jugando con una espada de madera.
A ver, incluso viviendo casi toda la vida aquí no voy a conocer a todos los que viven en la ciudad, pero si que conozco a mucha gente de mi rango de edad. Así que me acerqué dispuesta a ofrecerle un helado como manera de introducción.
Cuando me puse delante suya dejó de darle vueltas a la espada, mirándome con unos ojos azul cielo, algo confuso, y le ofrecí uno de los helados siendo bastante directa, porque honestidad ante todo, "¡Buenas! Mis amigos están siendo unos tardones, así que antes de que los helados se arruinen más, te quería dar uno-"
El chico lo aceptó algo dudoso murmurando un gracias, pero dejó la espada de madera a un lado y abrió el envoltorio del helado. Decidí acomodarme a su lado y abrí el mío, mirando como la mitad se había quedado como mínimo en el paquete o en la mano y no tenía servilletas ni pañuelos encima. Maldecí por lo bajo un poco muy irritada, dándole miradas de odio al helado a pesar de que no tuviera la culpa de nada, "Juro que va a ser la última vez que voy a hacer esto... Hijos de sus madres..."
Tras estar con el chico en silencio un rato mientras comíamos, carraspeé y me giré para verlo, "¡Ah! No me he introducido, soy Mia, te daría la mano, peeero por razones obvias no lo voy a hacer- ¿Cómo te llamas?"
El chico, que parecía haber estado perdiéndose en sus pensamientos, me miró la mano cubierta de helado de reojo y luego a mi, "Veņ̴̛̠͍̯̾ţ̵̨͚͉̫̱͚͎̠̝̍̀̑̿̔̍̎͗͠ů̷̙͍͖͖̮̔͠s̴̰͊́́͛̈́͠.."
"¡Es un placer entonces!" Le sonreí al chico, antes de cambiar mi cara a una de confusión, "¿Cómo has dicho que te lla-?"
Las palabras se desvanecieron en mi boca al ver dos figuras familiares aproximándose por detrás del chico rubio.
Estuve a punto de saludar de manera amigable al peliazul y al pelirrojo, antes de recordar lo mucho que me hicieron esperar y cambié mi mirada por una de desaprobación, "Por fin llegáis. Ya no os voy a invitar a más helado, lo he decidido-"
Los dos tenían las caras emborronadas, ¿quiénes eran?
Antes de que pudiera seguir pensando, el pelirrojo exclamó ofendido, "¿¡E̵̫͓̤͆̇͗̑ḩ̷̡̗͉̲̗͇̙̔̒͗̉̓̈́̑͝͝!? ̷̛͎̾͑̀̐̎̉̓́̐¿C̵̛͈̦̆̽͐͑ó̷̖̩̥̯̲̰̿̂͌̿̎̎̈́̑͘m̷͍̭͖̟̝̳̦̮̑̂͒̒̾͘͝o ̷͓͉̰̟͔̟̖̳̺̮̋̑̀̅̀̉̀͝qu-?"Mal, todo está mal.
Son mis amigos, crecí con ellos, he pasado tantos ratos divertidos con ellos, ¿porqué no me acuerdo de sus caras?¿Sus voces?
Algo falta, algo muy importante falta y no sé el qué es.
El pánico empezó a inundarme en aquel momento, mandando aquella memoria a perder en una espiral que se volvía cada vez más oscura por cada instante que pasaba.
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Perdida [Kingdom Hearts]
FanfictionMia se despierta en una ciudad ajena a la suya, solo para que luego descubra que tiene una llave excesivamente grande, hay bichos muy raros allí y que luego para el colmo llegue un señor muy mazado y le cambie el nombre. Ah, no nos olvidemos que lue...