La Palabra Jamás Dicha/Ziam

Prólogo

Estaba llorando en aquel lugar de 4 paredes, solitario y aunque odie admitirlo, prefería que se quedará así por mucho tiempo más. Incluso para siempre. El frío de la soledad golpeaba mis brazos enviando escalofríos hacia mi piel, haciendo que estos por acto reflejo se emocionaran y los poros se expandieran

Ni siquiera sabía la razón por la cual lo hacía. Lo único que recordaba era una mañana fría gris y nítida aquí en Londres, y que mi tia horas antes me había abandonado en este recinto, a pesar que había pasado rogandole casi toda la mañana, ella simplemente me ignoro.

Resignandome me vestí con el uniforme de la escuela que consistía en una playera blanca, pantalones color vino, y una sudadera que combinaba con el mismo.

Minutos después, tomándome de la mano me arrastró desde la comodidad de nuestra casa hasta aquí.

El reloj sonaba en el salón de clases color marrón tenue, burlandose de mi. Levantando la mirada supe que mi tiempo de "relajación" había terminado. El reloj marcaba las 8 am en punto y volviendo a la realidad me re-acomode en mi pupitre. Fije la mirada al frente como era mi costumbre.

Esperando.

A juzgar por el sonido prominente de afuera de la puerta gris, hecha de aluminio que me protegía de mis miedos, sabía que ya había empezado la primer pelea matutina por ver quien entraba primero.

Casi automáticamente me levanté de mi asiento, limpiando mis mejillas de cualquier rastro de lágrimas y tomando varias bocanadas de aire, me obligue a mi mismo dejar esto atrás y enfrentar los problemas. Como mi abuela solía decir "No podremos ver el arcoiris, sin primero atacar a la tormenta". Tal vez y esas palabras tendrian bastante sentido para ella, pero para mi, eran sólo una manera de ver la vida un poco más suave.

Caminando a paso lento me dirigí a la manija rectangular que abría paso a las bestias. Mi mamá me había regañado por haberles puesto ese sobre-nombre a mis compañeros pero, ¿Como quería que les llamará de otra manera cuando lo único que hacían era molestarme y recordarme que no tenía los mismos recursos que ellos?

Supongo que en un resumen un poco más cómodo la historia va así: soy lo que se podría decir un arrimado, desgraciadamente o afortunadamente, vivo con mis tíos Mackeller y Terrie desde que el divorcio de mis padres se hizo sólido, aunque yo ya lo sospechaba desde hace unos meses atrás, esto no dejaba de doler.

Yo no era desagradecido, al contrario quería mucho a mis tíos por brindarme el calor de una familia. E inscribirme en una escuela de alto prestigio aunque eso les costará una fortuna y el sacrificio de gustos propios.

Mis padres nunca se cansaban de decirme que era bastante maduro para la corta edad de 8 años. A lo que solo les respondía que era debido a las circunstancias. Sabía que no les agradaba la idea de dejarme con mis tíos, pero con todo el trámite legal, a penas tenían tiempo de marcarme a la casa de vez en cuando. Por lo tanto yo tenía que guardame mis comentarios y aguantar lo más que pudiera.

Una voz me saco de mis pensamientos. -Hey Malik, deja de estorbar y déjanos pasar.-me reclamó con aires de grandeza el más cabeza hueca de todo el colegio, rico y atractivo, por lo tanto el más popular y el más querido de la escuela. También el dueño de mis pesadillas: Ian Somerhalder.

Él iba arrastrando el cuerpo de otro tonto mientras ambos reinan descontroladamente por un chiste que seguro nadie más aparte de ellos entendian..Imbéciles.

Yo era una persona con un IQ muy elevado, por lo tanto la escuela como mis padres, decidieron elevarme de grado unos 3 años razón por la cual iba en 5to grado en vez de ir con los de mi edad, en 2do.

Por esa y por muchas otras razones Ian me molestaba, podría jurar que me odiaba. Me sorprendió el que no me golpeara en el hombro o me dijera un insulto como era su costumbre, jamás me atreví a darle la cara antes. En el colegio la norma invisible es que si te metes con Somerhalder te metes con todos.