Capítulo 7

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Siento que por primera vez en la vida todas las sensaciones me abruman, lo tengo delante y siento que el mundo gira muy despacio entre los dos, jamás me había sentido así, quiero a Trevor, pero nunca lo he querido de esta manera tan pasional, carnal, de corazón. Nunca le he dicho a nadie que lo amo, es un sentimiento tan profundo, sin embargo, miro a Aiden y todos los poros de mi piel se lo quieren gritar. Paso una noche agradable con Aiden en el pasillo del hospital, se dobla su chaqueta en las piernas, yo me recuesto en el sofá y apoyo la cabeza ahí, me cuenta cosas de la empresa mientras juega con mis dedos.

–Me gustaría saber de ti, no de la empresa –arrugo el morro.

–La nena es curiosa, ¿eh? –me pellizca los labios, me recorre una sensación electrificante por todo el cuerpo.

–Si, mucho –le hago un puchero, él sonríe.

–Que sepas que ese gorro te queda mejor a ti que a mí -no me acordaba de él, subo el brazo para intentar quitármelo, pero me para-. Enserio, me pone vértelo puesto, aunque bueno, todo en ti lo hace, hasta cuando me cabreas quiero...

–¡Ya, ya, ya vale! –le tapó la boca con mis manos riéndome y roja como un tomate, el ríe a carcajadas.

–Bueno, tú me haces una pregunta y yo tengo derecho a hacerte otra, ¿Te parece justo? –hago como que lo sopeso -. Tic-Tac nena.

–Vale, empiezo yo –mil preguntas se agolpan en mi cabeza–. ¿Como es la relación con tu familia?

–Pues –se remueve inquieto, sé que le he preguntado justo lo que no quería–. Con mi padre bastante buena, es estricto en ocasiones pero amable, luego esta mi hermana pequeña, no sé si la entiendo o no, creo que está en esa época de tránsito de adolescente a mujer y eso que solo tiene veinte años, pero me vuelve loco, un día está viendo la crepúsculo y al otro tirando sus posters a la basura, es exasperante, con mi abuela paterna me llevo de maravilla, ya te dije lo que opinaba de ella, es una mujer fuerte, bondadosa, amable e increíble y con mi madre, simplemente es complicado -suspira mientras me acaricia la mejilla.

–¿Por qué? –él me da toquecillos con el dedo índice en los labios.

-Hemos quedado que una, me toca, súbete a horcajadas encima de mi –parpadeo sorprendida–. No pienses mal anda, tu solo hazlo.

–Vale, dame un minuto –me incorporo, él quita su chaqueta y hago lo que me ha pedido–. Ya está, aquí me tienes.

–Si, vale.

Mete su mano derecha detrás de mi pelo, me coge de la nuca, todo mi bello se me eriza, me acerca a él y me besa, al principio lento, su lengua me explora, pero de pronto el aire se vuelve más pesado, me cuesta respirar, gimo, el gruñe, el beso se vuelve más salvaje, mis manos agarran su cabello, el me pega todavía más a él, alza la cadera para demostrarme que esta erecto, ese roce me enciende todavía más, noto que me aparta de él, yo respiro de forma entrecortada, confusa, el respira de igual modo.

–¿Porque me apartas? –sonríe, otra pregunta más.

–Porque quiero que me respondas a mi pregunta, quiero que me digas que es lo que sientes cuando te beso y estás conmigo.

–Eso son dos, no es justo –cruzo mis brazos bajo mi pecho.

–Si lo es, porque te respondí a dos preguntas –me da con el índice en el entrecejo, yo maldigo, tiene razón.

–Pues no lo tengo muy claro, sé que quiero a Trevor –baja la cara se la levanto con el dedo índice–. Pero lo que tú me haces sentir es mucho más, me besas y me vuelves el mundo patas arriba, me excitas a niveles inhumanos, la mayor parte del tiempo que paso contigo es agradable cuando no te comportas como un capullo engreído.

Memorias de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora