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El domingo fue un día difícil, demasiado. Estaba en su casa, sentado junto a sus padres pero se sentía como si de cualquier lugar alguien podría salir a atacarle. Estaba ansioso y constantemente tocaba su cuello.

No había llegado a ver con sus propios ojos la herida y cuando despertó cerca del mediodía en su casa tras que le llevaran a ella, consideró que todo pudo haber sido solamente un mal sueño cuando analizó su cuello frente al espejo. Allí no había nada pero la llamada de Haechan preguntándole si había sanado bien le corroboró que no había sido algo de su alterada mente lo de la noche anterior.

Y ahora sentía que realmente no estaba a salvo en ningún sitio. Que aquel asqueroso sujeto podría aparecer por su puerta y acabar con el trabajo en un parpadeo. Incluso se encontró a si mismo mirando fijamente a la madera que separaba la casa del pequeño jardín delantero. Nunca había considerado lo frágiles que estas podían ser... en lo sencillo que sería para ellos irrumpir en su hogar si se lo proponían.

Esa noche no pudo dormir.

Había pasado toda la noche mirando por la ventana a la oscuridad, esperando que algo apareciera en ella. Sentía que, si iban a atacarle, al menos no le tomara por sorpresa. Fue angustiante y creyó que los primeros rayos del sol calmarían su creciente miedo pero no encontró consuelo en la luz ni en el cantar de los pájaros.

Mordió nerviosamente la uña de su dedo pulgar mientras uno de sus pies rebotaba contra el suelo sentado en su cama mirando a su armario. Debería de comenzar a alistarse, ya era lunes y tenía clases a la cual asistir... pero la idea de meterse nuevamente en un edificio lleno de vampiros creaba cientos de escenarios en donde podría nuevamente ocurrir una tragedia.

Se odio a sí mismo en ese momento considerando que realmente nunca había tenido ese miedo y angustia antes, que había estado perfectamente bien caminando al lado de esos seres como si solamente fueran sus compañeros de secundaria, sus muy humanos compañeros de secundaria. Nunca se había puesto a considerar lo frágil que él podía ser en comparación.

¿Siempre estuvo tan ciego con lo que respectaba al peligro que era haberse metido en esa institución? Quizás su madre había estado en lo correcto cuando no deseaba que asistiera a esa universidad en primer lugar hace años.

Ahora comenzaba a considerar en sus otros compañeros humanos, los pocos que había ¿Se sentían igual de angustiados cada mañana? ¿Habrían pasado por algo así tambien?

Realmente nunca les conoció mucho, apenas podía recordar el nombre de uno o dos y ni siquiera compartían clases...

Quería hablar con alguien, necesitaba a una persona con la cual poder descargarse. Sus padres no eran una opción. Chenle y Mark tampoco, no sabía si correrían a culpar a los Lee por el accidente o si le dirían en su cara que fue su culpa por no haberse mantenido alejado de ellos cuando se lo advirtieron. Jeno y Haechan tampoco, por más que el mayor de ellos hubiera tratado de consolarle a su muy poco empática forma... no quería hablar con ellos sobre eso. No creía que fuera apropiado, no quería sembrar más culpa en su amigo aunque una parte de sí mismo le decía que eso no hubiera pasado si el castaño no le hubiera dejado.

Pero él no tenía que cargar con la responsabilidad de lo que otros hicieran.

Jisung tampoco era una opción en realidad. Solo aumentaría toda su aversión a los vampiros y no quería escuchar palabras de odio tampoco.

El rostro siempre sonriente de Yang Yang llegó a su mente e hizo una mueca. Quizás rompería un poco las ilusiones de este con lo que se refería a esos seres pero parecía la mejor de sus opciones para ser honesto.

Tomó su teléfono, viendo que apenas pasaban diez minutos de las 6 AM. Seguramente estaría aún durmiendo y babeando su almohada pero de todas formas iba a mandarle un mensaje. Que lo viera cuando despertara.

Bloody Drops || NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora