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Las dos semanas que le siguieron a aquel hecho, fueron una especie de borrón en su mente. Se concentró sobre todo en estudiar, queriendo lograr las mejores calificaciones que fueran posibles, su madre incluso tuvo que entrar en más de una ocasión para llamar su atención y decirle que se relajara un poco.

Por otro lado, no había vuelto a hablar con Mark y Chenle. Los había visto a lo lejos y estos parecían dudar sobre si acercarse o no a él.

Siendo honesto consigo mismo, deseaba que se acercaran a hablar nuevamente. Que tuvieran al menos la intención de disculparse al menos con él de alguna forma. Honestamente, aunque en su momento estuvo realmente dolido por sus palabras, su molestia y enojo se había terminado por disipar rápidamente. No estaba en su naturaleza ser rencoroso y Yang Yang solía decirle que a su cuerpo le faltaba albergar algo de odio con las personas a su alrededor. Muy pocas veces su enojo hacia alguien había durado más de una semana. Incluso durante su adolescencia, que fue su periodo más rebelde y problemático, solía pelearse fuertemente con sus padres pero arreglarlo todo tras unas horas y con un gran plato de galletas caseras de su mamá.

De verdad que hubiera estado bien con una disculpa sincera por parte de sus amigos pero no tenía idea si es que iba a recibir alguna en algún momento. Los vampiros eran seres realmente orgullosos cuando se lo proponían y eso solo le daban ganas de patear sus traseros hasta que por una maldita vez fueran más abiertos.

Y su mente hubiera estado totalmente enfocada en ello si no fuera porque notó que sus decisiones tenían un efecto mucho mayor al que creyó. Comenzó a entender lo que llamaba como "El efecto Lee".

Tras comenzar a pasar sus días de universidad pegado a los hermanos, el resto de los estudiantes comenzaron a asociarlo realmente con ellos. Podía oír los murmullos cuando caminaba y la forma en la que era mirado a pesar de estar andando solo. Ya no era algo de un solo día u ocasional, ocurría de manera constante.

La mayoría de los estudiantes parecían evitarle tanto como fuera posible. Si antes apenas cruzaba palabras con sus compañeros vampiros, ahora ni siquiera parecía poder abrir su boca antes de que estos desaparecieran.

Sin embargo, un grupo mucho más pequeño, se acercaba a él en busca de poder agradar a los Lee. Justo como en ese momento que un sujeto estaba hablando con él, siendo todo sonrisas y amabilidad.

Y maldición, el tipo era guapo y habría estado más que encantado con su atención en un pasado. Era alto, con unos llamativos labios rosados, el cabello negro hasta los hombros y ojos vivaces. Sin dudas que en un contexto diferente habría tratado como mínimo de que pudieran verse en otro sitio, importándole muy poco si el sujeto era o no un vampiro.

Aunque quizás eso se debía a que hace un tiempo no tenía una buena aventura en su vida con alguna persona. La última vez que había tenido sexo fue tras encontrarse por casualidad con su ex en un bar y no podía creer que había cometido semejante locura. Había merecido totalmente los insultos de Jisung y Yang Yang por eso.

Habría sido toda una caricia a su ego que un tipo como el que estaba frente a él realmente se interesara por su persona pero no fue tan ciego como para no ver detrás de su bonita sonrisa tras compartir un par de palabras.

En primera instancia, nunca había hablado con el chico antes, ni siquiera le había visto y estaba más que seguro de eso porque podría recordar a la perfección un rostro como ese aunque hubieran cruzado miradas por una milésima de segundo. Segundo, a juzgar por sus libros, el tipo estaba en una carrera de ingeniería o similar. Lo más probable es que nunca hubieran cruzado sus caminos antes y no tenía nada que hacer en la parte de Veterinaria. Mucho menos meterse en una de las aulas y hablar animadamente con una persona cualquiera como él.

Bloody Drops || NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora