Capítulo 1

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1 de septiembre: el día más esperado por los magos y las brujas.

Un nuevo curso escolar empezaba y la emoción se notaba a kilómetros lejos del andén nueve y tres cuartos. Estudiantes de todas las edades permitidas en la escuela se terminaban de despedir de sus familias y se adentraban en el tren con el fin de encontrarse con sus amigos y ponerse al día sobre su verano. Todos tenían ganas de volver a empezar un nuevo curso, todos estaban emocionados de regresar a su hogar: Hogwarts.

Caminaba por el estrecho pasillo del tren intentando encontrar a alguien, durante todo el verano no lo vi ni un solo día, solo logramos compartir un par de cartas.

Por cada tres pasos que daba me paraba dos segundos para saludar a los conocidos que se me cruzaban por el camino, sin la intención de estarme demasiado tiempo con ellos. Tenía que encontrarlo a él. No mentía si decía que, durante todos estos años, sin comerlo ni beberlo, llegué a ser una de las personas más agradables del curso; así me bautizaron: Annette Whitmore, la simpática. Que no me malinterpretasen, no era desagradable, pero todavía no era consciente de qué era lo que gustaba tanto de mí.

— ¡Annette, cuánto tiempo!

La voz de Cho Chang y su amiga Marietta llegó a mis oídos cuando pasé enfrente de la señora del carrito. Ellas estaban comprando ranas de chocolate, a las cuales me invitaron, pero tuve que rechazar a falta de hambre.

También me encontré a Luna Lovegood y Ginny Weasley, con las que me paré a hablar unos pocos segundos. Luna me contó cómo su padre había conseguido una entrevista con el jefe del departamento de accidentes y catástrofes mágicas después de que saliera en los diarios muggles el grave accidente de unas sillas voladoras en medio de la ciudad de Londres, a plena luz del día.

Ginny, en cambio, no me habló del pasado verano, sino del próximo curso: tenía en mente unas cuantas estrategias para ganar la copa de quidditch este año. Dijo que, como capitana con cierto nivel que era, no permitiría que ningún inepto se uniera al equipo, por mucho que se tratara del mismísimo Albus Dumbledore: si no valía un pimiento jugando, no estaba dentro.

No me atreví nunca a decirle que el quidditch no me interesaba, y mucho menos que apenas entendía de él. A Ginny le iba genial tener a alguien con quien charlar de sus cosas, y por mucho que no me interesara lo que me contara, si quería expresarse conmigo, adelante.

Seguí mi camino después de esa pequeña intervención y me abrí paso entre la multitud que observaba en medio del pasillo como Pansy Parkinson y Daphne Greengrass alardeaban de sus perfectas vacaciones. Normalmente, era amigable con todos; la gran mayoría me caían bien si no tenía motivos para que no lo hicieran, pero ese par de chicas era otro nivel. Mi filosofía era: cuanto más lejos, más a salvo.

Y cuando conseguí salir de allí, lo encontré al fin. Abrí la puerta del compartimiento, sorprendiéndolo, y haciendo que tuviera que levantar la vista de su libro.

Forte || Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora