Prologo: El caso mundano.

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    Corre y corre, tiene una gran velocidad, debo admitir, pero su respiración ya está agitada, pronto tendrá que detenerse. Es un joven de ropa normal, complexión promedio, cabello marrón algo revuelto, como si no se molestase mucho por arreglarlo. Sí, es un joven del montón, de esos que no te fijas dos veces, que pasa desapercibido y jamás llegará a nada. Es obvio que no lo estoy siguiendo por su aspecto, sino por lo que hizo.

    Por eso debe morir.

   Rayos, Death, estaba a punto de dar esa sentencia. Iba a quedar espectacular como remate a mi soliloquio.

    Se está alejando, Lolipper.

    Luego ponemos las cosas en claro, compañero.

    El blanco se aleja, la vereda está medianamente transitada, pero eso no evita que en su desesperación choque contra algunas personas. Por mí parte, yo lo sigo por los techos, aquí los edificios tienen dos o tres plantas, así que es sencillo. Espero mi momento para... ¡aja!

    El joven entra en un callejón y se recuesta contra una pared para descansar. Ha avanzado más de lo debido, no se ha dado cuenta de la pared frente a él. De forma espectacular, aterrizo frente al joven criminal, obstruyendo su único medio de escape.

    -No te vas a escapar, guapo –le digo al joven, mostrándome confiada.

    El joven me observa un momento y estalla en risas.

    Es natural que muchos tengan esa reacción al ver mi linda y dulce persona amenazando a alguien. Mido 130 centímetros, tengo un cuerpo esbelto, elástico y sin curvas, mi cabello es negro y glamoroso, de flequillo rebelde y dos colas, sujetadas por broches esféricos carmesí, que hacen juego con mis grandes ojos, en contraste de mis orejas, mi nariz y boca pequeñas.

   Mi atuendo es de tan buen gusto, que pocos existen en su tipo: Botas negras, medias altas, la derecha de color violeta y la izquierda verde, shorts desabrochados, un crop top que solo cubre mis inexistentes pechos. Una chaqueta amarillenta de cuello alto, con hombreras dobles amplias, las mangas llegan hasta las muñecas y el torso apenas si cubren por debajo de las axilas. Mi cabeza en este momento se encuentra coronada por tres placas blancas con cuernos, el accesorio simula hueso, aunque no lo sea, y es genial. Toda mi apariencia es genial. No entiendo porque a algunas personas les cuesta reconocerlo.

   ¿Mencione que también llevo una gran espada a mis espaldas? Pues llevo una gran espada. 70 centímetros de ancho y filoso metal, con un mango de 40 centímetros que me permite blandirlo a una o dos manos, según la situación lo amerite.

    Lolipper, mientras describías todo eso el sujeto sacó una pistola, quizás por eso se reía.

    Quizás, no importa. No creo que se atreva a disparar a una belleza como yo.

    Justo entre las cejas. El criminal se agacha un poco para igualar mi altura y me dispara a matar. Por suerte mis sagaces reflejos hacen que pueda esquivar la bala sin problemas. Tras de mí, escucho un grito femenino, parece que el plomo volador impacto en una transeúnte.

    El sujeto está perplejo por fallar, tal vez las balas le salen caro o algo. De todas formas, antes de que pueda volver a disparar, ya me he acercado y de un solo tajo cerceno el brazo ofensor. El criminal cae al sucio suelo del callejón, retorciéndose de un lado a otro, pegando alaridos y agarrándose la herida. Dejo caer la filosa punta de mi espada en su trasero. No es una herida mortal, pero hace que se quede quieto. ¿Voy a decirle la razón por la que va a morir? No, él ya la sabe, por eso huía como lo hacía, solo lo quiero quieto. Avanzando lentamente, dando estocadas por la espalda del joven. Evito los puntos vitales, morirá desangrado de forma lenta y dolorosa. Fue un pedido especial del cliente, y no podía negarme por el bono extra. Le quedan unos dos o tres minutos de vida, como toque final le rebano una oreja. Pensé en picarle un ojo, pero quiero que observe sus últimos momentos. El trabajo está hecho.

    Mi socio, Death, se acerca. No lo he presentado, ¿verdad? Se llama Death porque es la muerte, un esqueleto aterrador, con una sotana gris y desgastada, con la capucha siempre puesta, aunque esté llena de jirones que ondean con sus movimientos. Cuando quiere puede invocar una guadaña y, cuando quiere, personas específicas lo pueden ver.

    En este mismo momento, tiene su guadaña y el criminal lo puede ver. Su rostro, lleno de dolor, muda a una expresión de terror. Grita, intenta moverse inútilmente, y finalmente sus ojos pierden todo brillo. Le tomo una foto con mi mini-cámara especial. ¿Qué? Es importante tener pruebas de los actos para cobrar. Aunque supongo que estará en las noticias.

      Sí, con todo eso de la mujer herida hay una conmoción allí afuera

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      Sí, con todo eso de la mujer herida hay una conmoción allí afuera. La policía podría llegar en cualquier momento. Por cierto, la mujer sobrevivirá.

    Sin nada más que hacer, nos retiramos de la escena, perdiéndonos entre las sombras.

    Eso fue fácil, casi mundano. Nada que ver con el caso de la semana pasada, cuando ayudé a un caballero inter-dimensional que escapaba de una criatura ego maniaca que lo atormentaba... nunca vi tanta desesperación en una persona, y eso que usaba casco y armadura completa. Bueno, no todas pueden ser grandes aventuras.

    Así es la vida de una asesina a sueldo.

Death LolipperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora