Ah, esto es felicidad. He resuelto todos los trámites por mi ausencia y ahora estoy sentada en mi cómoda silla de la oficina, con los pies sobre el escritorio...
-Ah, Lolipper...
...manos relajadas sobre mi estomago...
-Lolipper...
...ojos cerrados, sin una preocupación en el mundo...
-¡Es Ka...!
-¡Yuju! ¡Hola, mi querida pequeñita!
Ah, esa voz. La conozco, la conozco muy bien. Un escalofrío recorre mi espalda. Al abrir los ojos, ante mí se encuentra una treintañera de ondulado cabello oscuro que le llega hasta los hombros. El flequillo tapa su ojo izquierdo, por razones que no vale la pena mencionar, y está coronado por una vincha rosada, la cual combina con el resto de su ropa: Vincha, chaleco, mini-falda y botas rosas contrastando con remera y guantes sin dedos negros. Es una ropa muy juvenil, como si intentase quitarse años de encima... ¡eso no importa ahora! Lo importante es lo que se refleja en las finas facciones del pedazo de rostro descubierto.
¡Su único ojo azabache me mira con un brillo lujurioso! ¡Rayos y centellas y por todas las estrellas!
Que conste que intente advertirte.
Rayos, mejor pensá una forma de zafar.
Vale una explicación, ella y yo tuvimos una relación... complicada... en el pasado. La cosa es que es una masoquista, una sádica y una loca, y que aún con todos mis poderes no puedo huir. He intentado infructuosamente desvincularme de ella en el pasado, pero siempre vuelve por más.
-Ah, hola, cuánto tiempo... -se estremece, abrazándose a sí misma mientras se chupa la punta del dedo índice, algo sonrojada.
En cualquier momento saltará sobre mí. Tiempo, eso es, tengo que ganar tiempo...
-¡Mirá! ¡La muerte! –grito de repente, señalando a mi huesudo compañero.
¡Funciona! Mi indeseable visita voltea la mirada para observarlo. Durante unos segundos, queda en silencio con el seño fruncido, analizando al huesudo ser con túnica oscura. Death solo está allí, quieto, creo que es un mecanismo de defensa, pero si tuviese rostro para mostrar emociones, esperaría ver una sonrisa forzada en el...
-Sí, ya lo conozco. Nada tiene de raro. ¿¡Qué!?
¡Demonios, me ha visto cuando estaba a punto de escapar por la ventana!
De alguna parte de su minifalda saca una pistola y me apunta con ella. ¿Dónde guarda algo tan peligroso? Tres disparos resuenan, dos impactan en la pared, a cada lado de mi cabeza, con perturbadores milímetros de margen. El tercero da en el pestillo de la ventana, inutilizándolo, tras pasar entre mi dedo pulgar e índice.
Frío sudor invade mi espalda, en contraste a la cálida sensación que cae por mis piernas. Quiero llorar. Observo paralizada cómo se acerca, con una sonrisa babosa. Sus brazos se extienden y me da un gran y fuerte abrazo de oso. ¿Mencione que aún tiene la pistola en su mano?
-Vine a jugar, vamos a divertirnos.
¡Death, ayuda!
Hum..., este... que te diviertas mucho.
¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
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