En la parte media de la metrópolis, en un terreno descuidado bajo la carretera, hay una humilde casa de dos pisos. Es la única casa entre los grandes pastizales y los cercados de alambre de púas. Es la casa de la, se dice, mejor asesina a sueldo de la ciudad. Si vas allí a por negocios, no te apartes del único camino despejado hasta la puerta. Si vas allí con malas intenciones, por favor sal del camino despejado, cosas horribles les pasan a las personas que lo hacen.
El hombre se acerca con paso dubitativo mientras le observo desde una de las ventanas del segundo piso. Ese hombre parece sacado de una obra de teatro o algo parecido. Traje gris impecable, monóculo, sombrero de copa alta, abundante barba canosa y un bigote prominente. Hasta llevaba un reloj de bolsillo, con la cadena colgando sobre su pecho.
Finalmente llama a la puerta. Tengo que bajar a abrir. Death le daría un paro cardiaco al pobre tipo y mi otra ayudante ahora es una jefa mafiosa o algo parecido.
Al abrir la puerta, el señor se me queda mirando estupefacto. ¿Qué? ¡Es mi casa! Sí quiero ir con bata y chinelas de conejo, puedo hacerlo.
-Perdona niña, ¿está es la casa de Lolipper, necesito sus servicios?
-Sí, pero ella ahora no está. Yo soy su secretaría, puede hablar conmigo –una pequeña mentirilla, me gusta mantener distancia hasta saber de qué va la cosa, en este trabajo hay que ser cuidadoso.
No queres arruinar tu imagen, es eso, ¿verdad?
A callar. Mejor ve a buscar té o algo.
Dejé entrar al tipo y lo conduje a la oficina que se encontraba al costado izquierdo del vestíbulo. Me senté detrás de un escritorio lleno de papeles, entre archiveros. Algún día tengo que ordenar está habitación. El cliente se siente frente a mí, en una silla estratégicamente situada para poder fotografiarlo a escondidas tan pronto se saque el sombrero. Aja, es su primer movimiento antes de hablar.
-¿Y tardará mucho la señora?
¿Señora? Este no tiene ni idea de cómo soy. Qué suerte.
-Pues no ha dicho cuando lo hará. A veces no vuelve hasta bien tarde, sus horarios son muy caóticos.
-Bueno, considerando su oficio.
-Si hay algo que quiera, yo puedo darle el recado.
El hombre dudo unos momentos. Se mueve incomodo en la silla. Mira hacia los lados y finalmente susurra.
-Voy a serte sincero. Necesito un trabajo de forma urgente y de cierta forma específica, y no podré volver en otro momento.
-Por favor, dígame más. Como la secretaría de la señora Lolipper, estoy al tanto de todos los trabajos, e incluso soy quien acepta la mayoría de los mismos.
-Bien, necesito que mate a un hombre.
Que novedad.
-Tiene una foto actual del objetivo.
-Sí, sí, tome –el señor saca una foto del bolsillo interno de su saco y la pone sobre el escritorio. La tomo y empiezo a estudiar los rasgos del hombre de la foto. Es muy parecido con el cliente, diría que son hermanos. Comparten edad, moda y estilo de barba y peinado.
-Dijo de forma específica, eso suele costar más.
-Está bien. No importa. Me sobra el dinero. Le explicaré la situación: Mañana a la noche habrá una fiesta en el último piso del edificio Clemmens, tiene que ser ahí, en ese momento, a la vista de todos y de forma espectacular. No me importa si debe matar personal de seguridad o si algún invitado se atraviesa en el fuego cruzado.
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Death Lolipper
ActionLa historia de una loli asesina a sueldo y su compañero... ¡la muerte!