- ...Daniel en un acto de total confianza y sumisión recargo su cabeza sobre el hombro del pordiosero, el hombre cerro sus ojos y pude ver lagrimas corriendo por sus mejillas, sus viejas y maltratadas manos llenas de cicatrices, dolor y de duro trabajo, suave, muy suavemente acariciaron la espalda de mi hijo Daniel, nunca dos seres se habían amado tan profundamente en tan poco tiempo yo me mantuve aterrada frente a tal acto, el viejo hombre se meció a los lados a modo de arrullo con Daniel en sus brazos por un momento, luego abrió sus ojos y me miro directamente me dijo en voz fuerte y segura