- Mañana podré levantarme a la hora que me parezca sin que me estés agobiando porque llegamos tarde a algún examen. ¡Por fin! – exclamó una chica de pelo castaño al tiempo que se sentaba en uno de los sillones de su sala común y señalaba con el dedo a una de sus amigas.
- No seas exagerada, Casey. ¡Lo dices como si no te dejase dormir nunca! – repuso su amiga con el ceño fruncido.
- Admite que durante la época de exámenes nos limitas las horas de sueño, Lily. – comentó la tercera chica del grupo, que fue a sentarse al sofá que estaba frente a la chimenea.
- Genial. Mis amigas me consideran un general del ejército... – bufó Lily antes de sentarse bruscamente junto a su amiga en el sofá. –Sólo lo hago por vuestro bien, para que saquéis buenas notas.
- ¡Oh, vamos Lily! Anne y yo también nos preocupamos por ti y te queremos. Pero créeme, hay otras maneras de demostrarlo; no es necesario que nos despiertes a las seis de la mañana para dar el último repaso. – aseguró Casey levantándose del sillón y sentándose junto a sus amigas en el sofá.
- Normalmente no suele ocurrir, pero por una vez estoy de acuerdo con Casey. – afirmó Anne con un tono de asombro en la voz. –Promete que para los EXTAXI's nos dejarás ir a nuestro ritmo.
Lily miró a sus amigas alternativamente, con una ceja alzada y preguntándose en silencio si de veras era tan exigente con ellas. Casey estaba a un lado, mirándola con gesto expectante y al otro lado estaba Anne, intentando recogerse en vano los rizos oscuros que se le salían de la cola y sin prestar mucha atención a lo que ella pudiera decir. Después de pensarlo unos minutos se resignó; al fin y al cabo le quedaban aún dos años para hacerles cambiar 'el ritmo' de estudio.
oOo
Media hora después las tres amigas seguían en el mismo lugar, hablando y comentando los exámenes. Y así hubieran seguido si una voz no las hubiera interrumpido cuando Casey preguntó qué iban a hacer el sábado próximo enla última visita a Hogsmeade del curso.
- Evans ya tiene planes. – aseguró la voz grave de un chico de cabellos negros y muy desordenados que acababa de entrar en la sala común con dos de sus amigos.
Lily respiró profundamente antes de levantarse y darse la vuelta para quedar cara a cara con él.
- ¿Qué te hace suponer que ya tengo algo que hacer el sábado, Potter? – preguntó ella con frialdad.
- Pues que vas a venir conmigo a la visita, por supuesto. – contestó él esbozando aquella sonrisa tan particular que derretía a la mitad de las chicas del colegio y que a Lily Evans le parecía otro rasgo más de la arrogancia del chico.
La sala se quedó en un silencio sepulcral. Las amigas de ella se habían dado la vuelta y contemplaban la escena con diversión, muy seguras de la respuesta que daría Lily. Sin embargo, el resto de alumnos que había allí estaban mudos de la sorpresa: Lily Evans nunca esperaba más de un segundo para replicarle a James Potter cada una de las veces que él la invitaba a salir.
- Esto no me huele bien. – susurró uno de los amigos de él al otro chico que estaba a su lado. Ambos observaban la situación desde un poco más atrás, apoyados en el muro que separaba las escaleras de las habitaciones de los chicosde las escalerasde las chicas.
- Evans está a punto de claudicar, Remus. – susurró Sirius en respuesta. – James lo ha conseguido.
Pero Remus había tenido razón en su intuición y Sirius se dio cuenta de ello cuando vio cómo Lily sacaba su varita de la túnica.
- ¡Te dije que preferiría al calamar gigante antes que a ti! – gritó la chica con la rabia centelleando en sus ojos verdes. - ¡Y también te he dicho que ni aunque fueras el último hombre de la Tierra saldría contigo¡¿No me escuchas cuando te hablo! – preguntó alzando un poco más si cabe la voz, lo que hizo que la mayoría de los allí presentes desaparecieran rápidamente tras el retrato de la Dama Gorda.
- Claro que te escucho. Pero no hay que tomárselo todo al pie de la letra, hay que saber leer entre líneas. – repuso el chico tranquilamente y con la misma sonrisa.
Lily agarró la varita con fuerza, dispuesta a lanzarle alguna maldición. Pero para suerte de James, sus amigas fueron más rápidas y Anne consiguió quitarle la varita y arrastrarla hasta su habitación antes de su amiga hiciese algo de lo que más tarde se arrepentiría. Casey se volvió hacia el sofá y recogió las mochilas de sus amigas.
- Deberías replantearte un poquito tu personalidad si de verdad quieres salir con ella¿sabes? – le comentó con un ápice de diversión a James cuando pasó por su lado.
Él no dijo nada, simplemente se quedó mirando las escaleras por las que Lily acababa de desaparecer.
- Buenas noches, Sirius. – dijo la chica con una sonrisa dulce cuando se cruzó con el moreno. Él, como única contestación, hizo un mohín que ella no pudo ver, ya que nunca se quedaba a esperar su respuesta.
- ¿Se puede saber por qué nunca le contestas? – le preguntó Remus a su amigo mientras ambos se sentaban en un sofá con James.
- Porque se cree graciosa y me molesta. Como si pudiese caerle bien a alguien... – repuso Sirius con un tono que se acercaba al gruñido.
- A mí me cae bien. – replicó el chico de cabellos castaños con el ceño ligeramente fruncido.
- Ya, pero es que tú eres un caso extraño, Remus, digno de ser estudiado... Si hasta te llevas bien con Evans...
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El experimento
RomanceCada vez que él le pide una cita ella vuelve a repetir lo mismo: No! Pero ¿qué pasara el día que él se canse de preguntarle? L&J