Panettiere (𝘠𝘢𝘯𝘥𝘦𝘳𝘦 𝘋𝘰𝘱𝘱𝘪𝘰/𝘋𝘪𝘢𝘷𝘰𝘭𝘰 𝘹 𝘙𝘦𝘢𝘥𝘦𝘳)

⌫5.𝖣𝖺 𝗅𝗈𝗇𝗍𝖺𝗇o

☻︎

Bostezó, estirándose en su cómoda cama, trató de levantarse, pero de repente su cabeza dolor mucho.

—¿Qué pasa?—se quejó enterrando su cara en su almohada.

—Pasa que tienes una resaca de tres pares de coglione.—escuchó una voz.—No sabía que te emborrachases tan rápido.—se burló al ver a su amiga en tal estado.

—Es que no bebo casi nunca, anda, traéme algo de beber, per favore.—suplicó la muchacha.

—Voy voy.—rió, caminando hacia la salida de la habitación.

Minutos después el chico entró en la habitación con un vaso de agua. (T/n) se reincorporó en la cama y agarró el vaso con el ceño fruncido del dolor que sentía en la cabeza.

—Hoy no hago nada...—se bebió todo el vaso con ansias y se lo devolvió a Narancia.—¿Narancia?—abrió sus ojos del todo, viendo a su amigo parado al lado de su cama.

—Sí, hola, llevo un rato aquí, te he traído un vaso de agua. ¿Con quién crees que hablabas? ¿Con Cásper?

—Ay, es que no sé ni donde estoy. ¿Hace cuánto estás en mi casa?

—Desde ayer por la noche, te traje y me dormí en el sofá. Y no te preocupes por las cosas de Leo, ya se las he llevado a Francess y también le he enseñado una foto de ti durmiendo.

—Pero...

—Ah sí, tu nevera está vacía, vamos a comprar anda.

—¿No tenías que salir con Bruno?

—Este... ¿te acuerdas de qué pasó ayer?—preguntó Narancia sentándose en el borde del colchón.

—No muy bien, pero recuerdo que dijiste algo de Bruno antes de que saliésemos.

—Bueno, sí, pero le he dicho que me quedaría contigo porque ayer tomaste un poco. Ahora levanta, te repito que tu nevera está desierta y tengo hambre.

—Voy... Voy...—se volvió a acostar.

—¡No te duermas de nuevo!—la sacudió.

Y así fue como (T/n) fue obligada a salir de su casa y arrastrada hasta un supermercado casi vacío.

—Compremos... Esto, esto y esto.—Narancia puso tres paquetes de distintas galletas en el carro de la compra.

—Oye, que para galletas ya estoy yo.—habló la italiana ofendida y quitó los tres paquetes.—Puedo hacer galletas más ricas y encima caseras, de vuelta a casa compramos galletas en la panadería.

—Está bien, hmmm... ¿y qué me dices de esto?—agarró unos bollos de melocotón.—No son mis favoritos, pero son los que hay.

—Bueno, puedo hacerlos también, pero échalos en el carro.—bostezó, caminando hacia otro pasillo.

—¿Hay algo que no sepas hacer?

—El pino, me voy de lado.

☻︎

—Come va?—preguntó el hombre de vestimentas extrañas a través de un trapo que había en el suelo.