Número ciento sesenta y siete

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Y ahora, soy esas lágrimas de cada noche, esas manos temblando al borde de mi piel. Es ese reflejo que detesto tanto. Tengo siempre una mirada melancólica, no sé a que aferrarme, temo a decaer.  Mis días son interminables, odio mucho estar así. Aprieto los puños y ya no me siento viva. Temo mi soledad y cierro los ojos por miedo a lo que puedo ver. Perdí mis fuerzas en la guerra de la perfección. Quise cambiar mi esencia por encajar. Soy  un huracán de perdición, inseguridades y desesperación.

Notas jamas escritas®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora