CAPÍTULO XIII

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[P.O.V MASSIMO]

Me rasqué la oreja mientras caminaba hacia una zapatería, que también arreglaban camisas. Rosetta me dijo, que antes de regresar a Italia, debía mandar mis camisas al lavado y ponerle unos botones que me faltaban.

Me iría mañana en la tarde, da tiempo para que esté lista y pueda utilizarla. Aunque haya estado poco tiempo la pasé genial, pude comprarme unos mangas, visité varios lugares y tuve una compañía amistosa.

No me preocupo mucho por la entrevista, yo solo tenía que sacar fotos y grabar. El jefe no sería tan pesado conmigo. Además las cosas ocurren por algo.

Paré mi caminata porque ya había llegado. Miré hacia el interior y vi como dos clientes estaban con el dueño del lugar, no le di importancia y entré. De todas formas no se veía tan ocupado.

-¡Ohayo gozaimasu!- Saludé.

Un hombre vestido de blanco me miraba molesto, el chico que lo acompañaba me miró sorprendido. Lo miré de la misma forma, era Koichi, el amigo Rosetta.

-Es usted, Massimo-san. Hace mucho no lo veía-

-Lo mismo digo, pequeño-

El chico se dirigió hacia su compañero, el cual me miraba seriamente.

-Él es Kujo Jotaro-san-

-Soy Massimo Pozetto, un gusto Jotaro-san-

Koichi se rió nervioso y el señor Jotaro me miraba con molestia.

El dueño del lugar me dijo que de inmediato me atendía. Me alejé un poco de ellos mientras veía unas carteras que se encontraban colgadas en la pared. Si tuviera una novia, le regalaría una de estas carteras.

Una mujer rubia y de unas facciones que pertenecían a un ángel iluminó mi mente. Claro, Tsuji Aya, siento en mi corazón que ella es mi destino. Aunque deba volver a Italia, tengo que despedirme de ella y ver su hermoso rostro por última vez.

Aunque estemos separados por miles de kilómetros, volveré por ella.

Un ruido hizo que me sobresaltara. La imagen de Aya se disolvió, cambiándola por la del dueño y su mano hecha pedazos.

-¿Qué? ¡Mi mano!-

Grité asustado ¿en qué momento le ocurrió ese horrible accidente?

-¡Jotaro-san! ¡Mire!-

-Ten cuidado, Koichi. No te acerques-

Aquel hombre estaba tan tranquilo a pesar de que el anciano estaba con su mano destruida y perdiendo mucha sangre. Volví a gritar horrorizado.

-¡Yakamashi!- Me gritó el hombre.

Me callé, pero me acerqué al hombre para auxiliarlo.

-¡No te acerques!-

Puso su brazo algo brusco, perdí el equilibrio y caí al suelo. Lo miraba sorprendido, ni siquiera aplicó fuerza para detenerme. Pero lo que más me sorprendía era su tranquila actitud.

El dueño cayó al suelo, esta vez salpicando sangre de su boca. El pequeño Koichi estaba cerca, Jotaro-san lo atrajo hacia él.

-Cosa! ¿Qué está ocurriendo?- Pregunté asustado.

-¿Es su Stand?- Dijo Jotaro-san inspeccionando el lugar.

-¿Stand?- Pregunté con horror.

-¡Jotaro-san! ¡Allí está! ¡Se lleva la chaqueta!-

El grito de Koichi llamó mi atención y miré hacia donde apuntaba. Un brazo tomaba una chaqueta que estaba colgada. Por alguna razón me sentí aún más asustado.

Open Your Heart, Kishibe Rohan ¡PAUSADA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora