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Se postró cansada en la silla que casita le colocó frente al inerte Bruno, varias semanas habían pasado ya desde aquel insidente y la abuela Alma envejecía más rápido de lo que naturalmente debería de hacerlo.
Estar de esa forma era lo único que hacía todos los días, ni siquiera se levantaba para comer, Julieta se encargaba de llevarle comida y su única hija presente le llevaba la mesa.

Se encerró en un nuevo trauma sin mucha esperanza, aveces hablaba con él con la idea de que su hijo le escuchaba, solo se levantaba para ir a dormir y al despertar volvía a sentarse junto al hombre petrificado.
¿Y cómo no quedar en aquella forma? Ya lo había perdido una vez e incluso en una locura parecía más aliviada su desaparición la primera vez, toda una década solo. Ahora parecía que lo volvía a perder pero esta vez quería aferrarse a su cría lo más posible, porque sentía que sí se apartaba él volvería a desaparecer.

La familia se sorprendió la primera vez que la vió llorar, nunca desde que llegaron a Encanto se atrevió a llorar al frente de nadie. Solo y solo cuando su esposo murió sacó todo lo que tenía que sacar para después salir de su habitación y convertirse en la nueva líder del pueblo. Y como tal jamás se permitió llorar o mostrar debilidad porque sus hijos y el pueblo dependían de ella para volver a levantarse.

Pero tener otra pérdida como esta y a su edad después de aguantar tanto, la rompió, se arrepentía de todo el tiempo perdido con su hijo, esas noches frías, la desnutrición y tristeza, sí pudiera regresar en el tiempo lo detendría, lo pondría en su lugar en la mesa como siempre debió ser y jamás dejaría que se sintiera como un monstruo otra vez.

Pero el hubiera no existe, y volvía a perderlo.

Por otro lado la familia había notado como la habitación de Camilo tomada un tono oscuro, alejándose más y más hasta estar al fondo de su propio pasillo sin luz, al igual que una vez estuvo la habitación de Bruno. Aún no descubrían de todo la interacción con la magia de los dones pero sí sabían que eso era una mala señal.

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Mirabel no era conocida exactamente por ser discreta pero la situación meritada todo aquello.
Lograba distraer a su hermana y Mariano cuando María corría a algún arbusto para vomitar o a mitad de la noche se levanta de su campamento improvisado para cuidar a María a escondidas cuando está se escondía para tener sus ataques de pánico después de una pesadilla, la cuidaba tanto al ser una de las víctimas de Camilo. Lo que no sabía Mirabel era que María no fue ninguna víctima y saber que su repentino enamoramiento de su casi sobrino fue el causante de avanzar hasta donde estaban todos.

María tenía cambios sutiles, nada alarmantes si no mirabas dentro de su mente claro, solía tener pesadillas con el fantasma de su prometido culpándola de su estado, escuchando su voz incluso en el día, veía su sombra siguiéndola a su espalda, se asustaba por todo y las ojeras querían cobrar facturas. El apetito se le iba y aveces Mariano la atrapaba murmurando sola.

La culpa se la estaba comiendo lentamente saboreándola como el postre.

Y con todos esos problemas atravesaron el bosque tropical hasta llegar a un pueblo bastante grande. Todos estaban nerviosos y querían cuidar el no hablar con mucha gente pero para sorpresa del grupo Isabela fue mucho más interprida al tocar, oler y observar todo a su alrededor como una pequeña niña descubriendo al mundo.

Isabela se alejó de todos para preguntar a la gente sí había visto a Camilo, siendo en realidad junto a Mirabel las que se atrevieron hacerlo, los otros dos las esperaron pacientes.

-¡Chicos! Dicen que lo vieron cruzar por aquí pero se fue hace mucho- avisaba Mirabel llegando con todos.

El corazón de María se aceleraba al saber algo de Camilo.

El Pecado De Un Camaleón (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora