Capítulo dos

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Y ahí estaba Callidora como siempre, observando desde una distancia prudente cómo Enoch les daba vida a sus muñecos de arcilla, esos homúnculos que a veces daban miedo. Para él, era un proceso bastante delicado y riguroso, ciertamente al chico no le agradaba que lo interrumpieran o que lo observaran, sobre todo cuando practicaba con los hombrecillos de arcilla y greda, pues para él, darles vida era algo tan íntimo y personal; similar a parir un hijo aun sí Enoch no podía hacerlo de forma natural. Le daba vida por cortos lapsos a los homúnculos, esos muñequillos de arcilla que lo acompañaban a todos lados, y a personas ya muertas, como a Víctor Bruntley en la habitación que se hallaba en el segundo piso del hogar.

Sin embargo, pese a ser un chico algo estricto y exigente, con una mente ya envejecida a causa de tantos siglos yendo de bucle en bucle hasta llegar al de Miss Peregrine, tenía sus excepciones a la hora de realizar su tan apreciado rubro y pasatiempo; y desde luego, Callidora Owen era una de ellas, pues contaba con el privilegio de observarlo en el jardín, o en otros casos, en su taller mientras hacía que aquellos muñequitos de arcilla tuvieran una consciencia y a su vez, los manejaba a su antojo. Pero Callidora no parecía apreciar el gesto, le estaban concediendo el mayor de los privilegios y se lo negaba a ella misma.

── Emma todavía piensa que Abe regresará ── dijo la chica por fin, luego de un gran silencio incómodo que se había cernido sobre ellos como una pared.

El muñeco cayó al suelo de forma abrupta tras las palabras de Callidora. Enoch la observó un instante, como si el hecho de que abriera la boca solo para decir eso le molestara, pero en realidad no lo hacía. A él le gustaba cuando ella hablaba, el problema radicaba en lo que había dicho.

── Abe no volverá, debe de haber muerto ya.

── ¡Baja la voz! ── regañó la chica, mientras miraba a todos lados en busca de alguno de los demás niños ──. Puede que sea cierto, tengo una corazonada desde hace unos días, pero los demás no pueden enterarse de nada de esto. Los alteraría muchísimo y de seguro, Emma se pondría como loca, hay que esperar un poco más antes de sugerirlo.

── Es curioso cómo es que somos los únicos que sentimos que Abe murió, puede que el pájaro lo sepa y no haya querido decírnoslo todavía, pero lo presentimos de alguna forma. Es como un fuego incipiente en nuestro estómago, ardiendo solo para consumirnos e.

── Sí, es tal cual lo describes.

Enoch asintió, mirando a un punto fijo. De pronto, él sintió la necesidad de hacer una pregunta acerca de su extraña ausencia del día anterior.

── ¿Por qué sentí que ayer me estabas evitando? Ni siquiera apareciste por aquí o en el taller, solo te vi cuando se reinició el bucle y luego ya no supe de ti hasta esta mañana.

Callidora se sonrojó, avergonzada de sí misma. No creyó que a él le fuera importar su ausencia, a veces actuaba como si ni siquiera le importara, como si ella no tuviera relevancia para Enoch.

── No me sentía bien... creí que Miss Peregrine te lo había dicho.

── Sí me lo dijo, pero pensé que le habías mentido, no te fuerces a estar aquí haciéndome compañía si no quieres ── eso era nuevo. Enoch no era el tipo de persona que comprendería a las personas.

Y ella tampoco, pero estaba aprendiendo eso que todos los demás solían llamar empatía y estaba avanzando muy rápido con eso.

── No me estoy forzando a nada...

── ¡Tenemos que llevarlo ante Miss Peregrine! ── vociferó una voz que ambos conocían muy bien.

Emma.

── No puede ser.... ── susurró Callidora, teniendo más o menos una idea de lo que la niña pelirroja había hecho.

SHADOWS, enoch o'connorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora