Bueno, se había equivocado. A quién llevaban no era la persona que ella creía, aunque era tan similar, que podría jurar que estaba delante del mismismo Abraham Portman. Pero no era él, solo era una ilusión. Solo se trataba del nieto adolescente de su viejo amigo que, para colmo, estaba muerto como sus sospechas indicaban. Callidora no sabía ya qué pensar al respecto, sus dudas solo se incrementaban y haber sido obligada a salir de la oficina de Miss Peregrine mientras hablaban con él no le ayudaba, no le quedaba de otra que enviar a una sombra a espiar.
Y así lo hizo.
── ¿Qué estás haciendo? ── la voz de Enoch la sobresaltó a tal grado, que la conexión con la sombra que había invocado se rompió ──. Ya veo, otra vez escuchando conversaciones ajenas. Olvídalo, ese chico podrá ser nieto de Abe, pero no es nada parecido a él.
── ¿Tú crees que Emma se aferré a él? Por el físico, es muy similar a Abraham, de seguro la mente distorsionada de Emma le jugará una mala pasada y...
── Por supuesto que lo hará. Si seguía aferrando a sus cartas, a sus fotografías y a todo aquello que de alguna u otra forma le recordaba a él ¿Por qué sería distinto ahora con el nieto?
── Es un poco perturbador el que Emma se terminé encaprichando con el chico ── señaló algo angustiada, porque era cierto.
Jacob no pasaba de los dieciséis años y Emma Bloom era mucho más que una adulta, incluso cuando su cuerpo lograba conservarse joven y su piel no estaba llena de arrugas.
── ¿Un poco? Yo diría que es más que perturbador. Es una aberración ¡Atenta contra todas las leyes! En la época en la que se ha de encontrar este mocoso, de seguro que se pena con cárcel, o peor, la muerte.
── Supongo, pero nosotros no podemos hacer nada. Si Emma decide tener algo con el niño, es su problema, no el nuestro ── Callidora comenzó a caminar hacía su habitación. Ya no tenía nada que hacer ahí, nadie la necesitaba.
── ¿Tú tendrías una relación con él?
── ¿Estás demente o tus homúnculos te comieron el cerebro mientras dormías? ── dijo indignada ──. Podré ser muchas cosas, pero jamás una enferma. El nieto de Abe es casi cien años menor que yo, nunca tendría algo con él, además a mí me gusta...
── ¿Qué? ¿A ti te gusta qué?
── Pues, me gustan las personas que no hayan nacido después del 45.
── Por suerte, yo soy del 1892 ── Enoch sonrió, pero los labios de Callidora permanecieron en línea recta ──. Estoy bromeando, no te lo tomes tan en serio.
── Todavía eres muy joven para mí, sigue intentándolo ── bromeó la muchacha ──. Voy a mi habitación, así que no te preocupes si no me ves, ¿de acuerdo?
── Está bien, por mi parte me voy a encontrar en el taller por si necesitas algo.
Callidora necesitaba con urgencia terapia, no a un chico atrapado en un cuerpo de catorce o dieciséis años que también padecía de sus facultades mentales. Para ser honestos, todos y cada uno de los habitantes de aquella casa, sin excepciones, incluyendo a la mismísima Alma LeFay Peregrine, tenía serios problemas psicológicos a causa del maltrato y todo lo que tuvieron que soportar antes de llegar a donde estaban ahora. Nunca lo tuvieron fácil, ni siquiera siendo niños.
── ¿Emma? ── por supuesto, Callidora había mentido. No iba a su habitación, iba a la de Emma Bloom.
No eran amigas, tampoco se consideraban tan cercanas a diferencia de con Enoch o Olive. Quizás porque la pelirroja era mucho más antipática que Callidora, pero eso había comenzado después de que Abe Portman se fuera del bucle a vivir su vida lejos de la peculiaridad.
── ¿Qué haces aquí? Vete.
── No me voy a ir, necesito saber cómo te encuentras ── Emma se incorporó en la cama. Sus lágrimas todavía estaban frescas y corrían por sus mejillas.
── ¿Cómo quieres que esté? Abe está muerto, llevaba años sin saber de él y ahora resulta que ni siquiera está vivo. Dejó de enviar cartas, se casó y formó una familia...
── ¿Y eso te duele más que su muerte? ¿Qué haya hecho su vida? No sé si te estás escuchando a ti misma, pero lo único que desbordas es egoísmo. Abraham fue a la guerra, no solo la de los huecos y los wights, también se enfrentó a los humanos perfeccionándose dentro de la milicia. No sabes qué cosas pasaron en su vida, era un adulto ya, ¿cómo esperabas que siguiera enamorado de alguien que, en el fondo, sigue siendo una niña más allá de su apariencia?
── Callidora, estás siendo cruel.
── No, estoy siendo realista ── la corrigió ──. La realidad es así, amarga. Emma, date cuenta de que Abe tenía derecho de irse a América y casarse, estar lejos del mundo peculiar.
── No podía escapar muy lejos de su propia naturaleza.
── Quizás no, pero podía mantener una distancia considerable por su salud mental, aunque dado el caso, nunca pudo mantenerse estable. No puedes encerrarte y odiarlo por vivir su vida y morir sin decir adiós.
── ¿Y si hubiera sido Enoch? ¿Te sentirías feliz y plena de que haya hecho su vida dejándote atrás? ── no entendía de qué demonios estaba hablando.
Eso no se trataba de Callidora, sino de Emma y Abe.
── ¿A qué te refieres? Lo dices como si Enoch fuera no sé, mi novio. Ni siquiera estamos en algo, somos amigos porque ustedes no lo toleran y él es un asocial rarito.
── No, son amigos porque son ciegos ── escupió la pelirroja ──. Ahora, sal de mi habitación Callidora, por favor.
No tuvo más opción que hacerlo, no quería ser la responsable de que toda la casa ardiera en llamas por una ancianita adolescente inestable.
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