Capitulo II

467 20 0
                                    

Isabella sentía que alguien la miraba, pero como su mirada estaba dirigida a la ventana no vio quien la observaba.

'Creo que es suficiente. Esto es absurdo, ellos definitivamente tienen que disculparse. Nadie merece ser tratado así.' Pensó Bella, su mente dictaba que tenía que regresar a su casa y que sus padres e incluida su hermana, se disculparán.

Dudaba que estuviera Alice y su padre; la primera por estar con las chicas populares o, simplemente estar en un centro comercial comprando ropa exageradamente. Su padre, Charlie, estaría en la estación de policía, revisando que nada malo pasara, aunque técnicamente no hacía nada.

Su madre, a la cual odiaba un tanto, casi no le prestaría atención en el discurso que le diría para que se disculpara. Estaría más atenta en la actividad que estuviera realizando.

Aparte, ya era tiempo de regresar a casa, el dinero que traía no era suficiente; sólo el de ida. Y ya era bastante mayor cita para estar haciendo berrinches. Aunque no quisiera admitirlo.

Se bajaría en la siguiente parada y tomaría el tren de regreso. Así sólo estaría cuatro o cinco horas fuera de casa.
Justo antes de la parada, Bella de levanto del asiento y camino por el estrecho pasillo hacia la puerta delantera del transporte. Oyó qué alguien detrás de ella se levantó de su asiento y se posaba atrás de ella sin rozarla, pero no volteó quien era aquella persona.

Ni le importaba.

El tren se detuvo y Bella bajo. Al igual que la persona situada atrás de ella. Cuando se dirigía a cruzar la calle, alguien le agarró la muñeca. En ese instante sintió como sí le pasará una corriente eléctrica, pero lo ignoró. Ella un poco asustada levanto la mirada y se quedo estupefacta.

Era el hombre más perfecto del universo.

Alto, llegando a lo uno con ochenta y cinco; obviamente le sacaba mucho a ella, mínimo unos veinte o veinticinco centímetros. Un cabello demasiado raro, una mezcla entre bronce y dorado en el sol; de todos modos era tan hermoso y despeinado, el cual le daba un toque sexy; unos pares de ojos color esmeralda; una mandíbula cuadrada; su rostro tenía parecido al de Adonis. Perfecto. Un cuerpo musculoso, pero no tan remarcado, todo en sí era hermoso y perfecto.

Los jeans que llevaba a la altura de las caderas, mostraban la letra V perfectamente, a través de la ligera camisa blanca y la chamarra de cuero, con tan sólo imaginar que habría debajo de sus bóxers, la incitaba a tocarse así misma pensando en él, esto rápidamente se convirtió en un sonrojo.

Cuando, le evaluó por completo, con la cara sonrojada, le volvió a mirar a los ojos. Justamente él miraba con una sonrisa torcida, enseñando los dientes blancos y derechos. Con el tiempo esa sería su sonrisa preferida.

OoOoOoOoOoOoOoOoOoO

Edward no podía dejar pasar la oportunidad de hacerla suya.

Nadie, absolutamente nadie, lo detendría, y sí tenía novio 'Como es obvio, al ser tan hermosa' paso por su mente; no le importaría sacarlo del camino para hacerla completamente suya. Para siempre.

Cuando se dio cuanta de que no lo miraba, se frustró y empezó a idear planes para que lo viera, y volver a ver sus hermosos ojos achocolatados. Y, como olvidar sus labios rosas y carnosos, que moría por besar.

¿Cómo se presentaría ante ella? ¿Qué efectos causaría en ella? ¿Por qué lo miraba de reojo? ¿Lo aceptaría como es? ¿Y si no quería estar con el? Esa última le molestaba y lo entristecía al mismo tiempo. Su pequeña morena tendría que aceptarlo; él o aceptaba un NO por respuesta, pero no podría mantenerla a su lado si ella lo llegara a odiar.

Enfermiza ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora