DULCE OBSESIÓN

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La clase iba y el tiempo corría, pero la cabeza de Diana solo estaba enfocada en el chico de cabello castaño, sentado justo a dos sillas más adelante.

Nunca le había pasado algo similar. Por más que intentaba concentrarse en la clase de literatura que se estaba impartiendo, no podía dejar de mirar a Erik. Aún cuando no lo miraba, la imagen del joven era clara en su cabeza; como una fotografía memorizada a la perfección.

Diana luchaba fuerte por lograr el enfoque a la clase, después de todo, esa era su clase más importante. La necesitaba para terminar su grado universitario en Literatura. Ya solo le restaba un semestre para culminar y decidir cuál sería el siguiente paso. Estaba muy indecisa aún. Entre escribir literatura, analizarla, o enseñarla en un centro docente, todavía no tomaba la decisión que pondría inicio a su carrera. Pero pronto la tendría que tomar. No ahora. No en ese instante. No podía ni pensar en eso porque su atención tenía nombre y apellido en ese momento; Erik Walker.

Erik no era un estudiante de Literatura, pero sí tomaba la clase como electiva. Y eso para Diana, era más cautivador aún. Un hombre de muchas facetas e intereses, que encontraba curiosa la historia escrita.

Habían pasado dos años desde que Diana lo vio por primera vez. Dos años de miradas pasajeras y preguntas tontas en el pasillo por parte del joven, quien no era un experto en el tema literario tanto como ella.

¿Por qué la obsesión? ¿Por qué él? ¿Por qué no me acerco a hablarle? ¿Cómo es que su perfil es tan perfecto? Todas estas preguntas rebotaban en su cabeza a modo repetitivo. Y mientras eso pasaba, otra voz más presente tomó lugar.

- ¿Señorita Rogers? - Interrumpió la profesora los pensamientos de la joven. - Señorita, a usted le hablo. - Ambas hicieron contacto visual y por fin el transe de Diana había acabo.

Pasaron tres segundos de silencio, un suspiro, y luego habló.

- Disculpa... - Dijo Diana alzando su tono de voz para demostrar presencia, pero estaba muy avergonzada. - ¿Me puede repetir la pregunta? Creo que no entendí muy bien.

- ¡Claro! - Replicó la profesora con el ceño fruncido. - Preguntaba que si consideramos el Romanticismo como una resurrección de los ideales barrocos, ¿Cuál prodría ser un buen ejemplo de novela barroca que también pueda considerarse novela romántica?

Diana suspiró. Sabía qué contestar, este era su fuerte. Pero mientras organizaba sus pensamientos, la hora la salvó.

- De hecho... - Dijo la profesora. - El tiempo se nos acabó. Esa será una tarea para todos. Quiero que en la próxima clase me presenten un ejemplo justificado de lo que acabo de preguntar.

Todos los estudiantes se pusieron de pie sin dejar terminar a la docente, y uno a uno comenzaron a salir por la puerta del salón. Diana como siempre, recogía sus materiales más despacio de lo normal, solo para ver a Erik caminar hasta la puerta primero que ella.

¿Estoy obsesionada? ¿He perdido la cabeza? Continuaba cuestionándose mientras ponía la mochila sobre sus hombro y caminaba.

Sin pensarlo dos veces, se dirigió al baño. Esta vez, no para orinar como era habitual, sino para echarse agua en el rostro. Y una vez con la cara empapada, se miró al espejo.

- Tienes que ponerte en orden. - Se exigía así misma mientras las gotas de agua resbalaban por sus mejillas.

Cerró la llave, tomó un papel secante para retirar la humedad de su rostro, respiró profundo, y se dirigió a la salida del baño con la mirada puesta en el suelo.

Mientras caminaba por el pasillo, tomó su celular para preguntarle a su mejor amiga y compañera de apartamento si tenía planes para la tarde. Justo después de enviar el mensaje de texto, el choque que daría comienzo a todo, pasó. Y el celular móvil cayó al suelo a causa del leve golpe.

Sucedió muy rápido. Había tropezado con alguien, y esa persona tuvo que doblarse para recoger el celular y que Diana reconociera de quién se trataba. ¡Era él! ¿Cómo era posible?

- Disculpa. No fue mi intención. - Reaccionó Erik mientras verificaba que el móvil estuviera en perfecto estado. - Creo que no le pasó nada.

Diana no dijo una sola palabra, solo sonreía mientras él hablaba. Su voz le parecía incluso más encantadora que el físico mismo.

- Oh, no. Creo que tiene un pequeño golpe en esta parte. - Dijo Erik con preocupación en su voz, pero igualmente en un tono seductor. Al menos así sonaba para ella.

- No te preocupes. Ya eso estaba. Es un golpe viejo. - Respondió nerviosa y con la voz algo temblorosa.

- ¿Estas segura?

- Sí. De hecho, tengo que arreglarlo. Quizás esto es un llamado a que le ponga un protector al fin. - Se rió entre dientes.

- ¡Ah, vale! ¿Estás segura que no fui yo? Puedo pagarlo si eso necesitas.

- No, no es necesario. No fuiste tú el responsable. - Respondió ella un poco más consiente de su voz.

- En ese caso, me voy. - Comenzó a despedirse. - Ha sido un placer verte otra vez. - Le guiñó un ojo a la chica, que inmediatamente la llevó a las nubes.

Pero ella no podía dejarlo ir. Ese era el destino dando una oportunidad de esas que no vuelven y te obligan a actuar por impulso. Y eso fue lo que pasó. El impulso ganó.

- Oye... - Comenzó ella antes que el chico se diera la vuelta. - ¿Es muy imprudente de mi parte invitarte a salir?

Erik optó por un rostro serio. Pero luego de analizar la pregunta, le dedicó una sonrisa que demostraba la perfección de sus dientes.

- ¿Me estas invitando a salir? - Comenzó algo coqueto.

- Eso hago. - Respondió ella muy llena de valor.

- Yo digo que sí.

- ¿Sí? - Preguntó sorprendida. - Es decir, ¿Cuándo te gustaría?

- Esta noche. - Dijo él muy seguro.

- ¿Esta noche? - La sorpresa ganó otra vez. Diana no podía creer lo que estaba pasando.

- Sí, esta noche. Digo, si no tienes nada más importante que hacer.

- No, esta noche sería perfecto.

- Esta noche será. - Respondió muy contento. - Solo dime lugar y hora.

Diana titubeó por unos segundos. ¿A dónde podrían ir en una primera cita? Todo estaba sucediendo muy rápido como para pensar en eso.

- No lo he pensado, la verdad. - Dijo avergonzada.

- En ese caso... - Comenzó a hablar mientras formulaba un plan en su mente. - Conozco un lugar con una vista muy bonita que creo que te gustaría. ¿Qué te parece encontrarnos en la calle Stone por el área de Wall Street? ¿La conoces?

- Sí. No mucho, pero sí puedo llegar.

- ¡Perfecto! - Celebró con las manos al aire. - Nos vemos ahí, y luego partimos para el lugar que te mencioné.

- ¡Ya es un plan! - Dijo ella con una mezcla perfecta de orgullo y nerviosismo.

Erik se acercó a su mejilla, un poco húmeda aún, y le dio un beso.

- Te veo a las ocho. - Susurró mientras apartaba su cara y se marchaba.

Diana sentía que estaba en un sueño. Un sueño de esos que tenía a veces durante la noche. Pero esta vez, había una sensación diferente, la realidad. Esta vez todo estaba sucediendo, y ella se sentía muy segura, muy viva.

Sujetó bien la mochila que reposaba en su hombro, y caminó por el pasillo hacia la salida del edificio. Caminaba con determinación y mucha ilusión. Tenía demasiadas ansias, pues sabía que este era el comienzo de algo diferente, que su historia tomaría otro rumbo. Y como estudiante de Literatura, eso le provocaba mucha satisfacción.

Deseo de Luna Llena Donde viven las historias. Descúbrelo ahora