Estaban los dos sentados frente a la pantalla grande de una sala de cine. No tardaron en seleccionar una película, pues como dos recién enamorados de la secundaria, solo querían estar sentados uno al lado del otro pretendiendo ser una pareja feliz.
Al final habían elegido una película de zombies, tendencia en ese momento, y ordenaron palomitas de maíz con una bolsa a parte de chocolates.
- Te voy a enseñar algo. - Susurró Erik mientras pasaban los avances de películas futuras.
Tomó la bolsa de chocolates, la abrió con sus dientes, y echó todos los chocolates encima de las palomitas para luego sacudir la bolsa y asegurarse que todo se mezclara bien.
- ¿Qué haces? - Preguntó Diana con cara de asco.
- ¡Shhhh...! - Alguien a la distancia los mandó a bajar el tono de voz.
Erik enfadado respondió.
- ¡Shhh para ti! Son solo los avances.
- Tranquilo. Solo ignóralo. - Dijo Diana para tranquilizarlo.
- Es un imbécil. - Susurró Erik aún enfadado. - Son solo los avances, no tiene por qué mandarte a callar.
- No importa. Todo está bien.
Erik le hizo caso, y volvió al tema.
- Bien, ¿en qué estábamos? - Pensó unos segundos. - ¡Ah, ya! Las palomitas con chocolate.
- ¿Por qué haces eso? - Preguntó ella entre risitas. - Es asqueroso.
- No sabes lo que dices. - Tomo una palomita y un chocolate para ponerlo en la boca de su cita. - Anda, prueba.
Diana un poco insegura, lo pensó dos veces para luego probar. Asombrada de que efectivamente le gustó, abrió sus ojos como platos para luego tomar otro puñado.
- Sabe muy rico. - Expresó con una sonrisa.
- ¿Solo rico? - Preguntó el chico decepcionado. - Es una explosión de sabores en tu boca. ¡Es delicioso!
Diana comenzó a reír y enseguida él se acercó para robarle un beso.
Y así estuvieron desde que inició la película hasta que se terminó. Él la besaba, ella respondía. Él le mordía el cuello, ella se retorcía. Él le chupaba los dedos salados por las palomitas y ella se excitaba.
En algún punto del tiempo, la bolsa de palomitas terminó en el suelo pero ellos no se habían dado cuenta. Estaban muy ocupados dándose placer el uno al otro.
Diana tomó la mano de Erik, introdujo un dedo en su boca para humedecerlo y luego bajó su mano hasta llegar donde quería. Entre medio de sus piernas, y dentro de su pantalón, allí estaba Erik acariciando los genitales de la chica mientras ella gemía de placer.
Fueron varios minutos de masturbación que recibió Diana, y su sexo húmedo y hambriento deseaba más. Como por telepatía, Erik supo de inmediato lo que Diana quería. Esa era la luz verde que él estaba esperando.
La tomó de la mano, ambos salieron de la sala de cine, y aprovechando que el baño de hombres estaba solitario, adoptaron un cubículo que sería su pequeño motel de la noche.
Diana solita bajó sus pantalones desesperadamente, y una vez de espaldas a Erik, tomó su pene erecto para frotarlo por toda su zona íntima ya humedecida.
Erik, sin querer esperar mucho, la tomó por la cintura, mientras una pierna de Diana se apoyaba del inodoro, e introdujo toda su pieza dentro de la chica mientra ella gemía de placer.
Y allí estuvieron por casi media hora entre gemidos ahogados, besos compartidos y mucho sudor, mientras sus hormonas hacían fiesta.
ESTÁS LEYENDO
Deseo de Luna Llena
Short StoryDiana; una joven universitaria, hermosa e independiente, que vive en la ciudad de Nueva York. Para su corta edad, lo tiene todo, menos amor. ¿Su refugio? La literatura romántica. ¿Su único error? Enamorarse del hombre equivocado. Y como si no fuera...