Había más de seis videos sobre como realizar un amarre, y más de cinco artículos sobre cómo proporcionar su efectividad. Al inicio estaba asustada, pero al leer tanto sobre el tema, su cerebro hizo un giro de familiaridad con el asunto, y de pronto, ya no le causaba tanto temor. Aún así, tenía sus dudas. Pero nada perdía con intentar, solo su dignidad, y nadie se enteraría de eso.
Mientras pasaba de artículo en artículo en la web, cada vez se interesaba más. Algunos lo llamaban amarres de amor, otros endulzamientos, y utilizaban toda clase de ingredientes diferentes; desde velas, lazos rojos, fotos, papeles, perfumes, orina, sangre, miel, y muchos más. Diana no quería complicarse, y mucho menos adentrarse en algo muy oscuro, así que eligió el ritual que más fácil le pareció.
En la oscuridad de su habitación, con todas las luces apagadas, la puerta cerrada, y frente a su ventana, reunió todos los materiales que utilizaría. Se convenció así misma de que si quería que esto funcionara, necesitaba dejar el miedo y concentrarse en su deseo. Y eso fue lo que hizo.
Con su mente en blanco, comenzó a dejar entrar a Erik. Sus ojos estaban cerrados, pero la imagen de él era tan viva y real, que lo sentía frente a ella. Respiró profundo, y decidió poner manos a la obra para realizar el ritual que había seleccionado previamente.
Sentada en el suelo, lo primero que hizo fue encender una vela roja. La colocó en el marco de su ventana mientra continuaba. Tomó un papel en blanco y escribió: Erik Walker + Diana Scott. Dejó la pluma a un lado para doblar la hoja en cuatro pedazos y colocarla dentro de un vaso de cristal relativamente hondo. Agregó un poco de miel para cubrir la hoja dentro del vaso sin dejar de pensar en él, y luego se preparó para la parte decisiva.
Tomó otro vaso que ya tenía preparado, esta vez con agua, y cerró sus ojos para poner toda su intención en él, mientras repetía las lineas que se había aprendido.
- ¡Oh, Afrodita! - Comenzó a repetir según recordaba. - Invoco tu mayor fuerza y energía para que Erik Walker se enamore perdídamente de mí y siempre esté a mi lado. Ya que estoy segura que él es el hombre que merezco y para que podamos compartir y disfrutar de esta vida juntos. - Seguía orando mientras vertía el vaso de agua sobre el otro que contenía el papel y la miel. - Estoy reuniendo todas las fuerzas para amarrar a Erik Walker, para que sea atraído por mí. Que no pueda mirar a ninguna otra mujer y vea lo más puro y bello en mí, sin dejar de pensarme y más nunca se sienta atraído por alguien más. Sello la puerta de este deseo, hoy y para siempre. Qué así sea.
Una vez terminada la oración, alzó el vaso en dirección al cielo desde su ventana, y luego lo escondió bajo su cama. La vela se quedaría ahí hasta que decidiera por sí sola terminar de alumbrar. Según el ritual, el vaso tendría que permanecer bajo la cama toda una noche, para luego arrojar el contenido en cualquier superficie terrestre exterior.
Diana encendió la luz de su habitación y con un poco de miedo, observó sus alrededores. No había nada raro. Tomó todos los materiales que había utilizado, excepto la vela, y los colocó en sus respectivos lugares.
Regresó a su cuarto, una vez más en la oscuridad, y se echó en la cama. Ya estaba lista para dormir. Mientras miraba el techo, solo pensaba en cómo justificar lo que acababa de hacer. Intentaba convencerse de que no había realizado nada malo, aunque en su interior, sentía que sí lo había hecho.
Cerró los ojos y pensaba. Quizá no iba a funcionar. Quizá fue solo una perdida de tiempo. Quizá la luna llena que iluminaba la noche, ignoraría el deseo de una chica muy apasionada, así como ella misma ignoró el hecho de que la luna estaba allí.
Y de pronto, sin que Diana se diera cuenta, la vela dejó dejó de arder.
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Deseo de Luna Llena
Short StoryDiana; una joven universitaria, hermosa e independiente, que vive en la ciudad de Nueva York. Para su corta edad, lo tiene todo, menos amor. ¿Su refugio? La literatura romántica. ¿Su único error? Enamorarse del hombre equivocado. Y como si no fuera...