Necesito que sigamos casados —me dijo Jordán.
Y el primer pensamiento coherente que vino a mi mente después de los cientos de insultos que pensé, fue que tal vez era la forma que tenía Jordán para vengarse de mí. ¿Qué otra cosa podía ser? Seguro es su forma retorcida de torturarme, porque creo recordar que hablé mucho sobre cuanto odio la idea del matrimonio, y seguro él ahora lo quiere utilizar eso en mi contra. La otra opción es que un familiar le dejó una herencia y como estipulación esta que él debe estar casado, pero es seria tan cliché, lo cual es otra cosa que odio.
—Genial, ahora sueno como Maeve que odia todo.
De todas formas, sea cual sea la razón por la que Jordán quiera que sigamos casados, no me interesa, a mí lo único que me importa es conseguir el divorcio.
Cuando escucho unos golpes en la puerta que llevo horas esperando escuchar, dejo la copa medio vacía en la mesa de vidrio frente a mí y me levanto del sofá para abrir la puerta y dejar pasar a la persona que no invité, pero que sabía que vendría.
—¿Te casaste? ¿Tú? Dime que fue porque estabas muy borracha.
Cierro la puerta y muerdo mi labio inferior antes de regresar donde estaba sentada.
—Qué yo recuerde, no te debo ninguna explicación.
Él se sienta en el sofá individual, lo hace porque recuerda lo mucho que detesto cuando las personas están muy cerca de mí, invadiendo mi espacio personal.
—Vi las historias y las fotos, parecías feliz, pero te conozco...
—No, no me conoces. Eres como los demás, ves en mí lo que quieres ver, y me dejas tomar lo que quiera de ti mientras tú intentas descifrarme, como si yo fuera un jodido juego el cual debas ganar.
—¿Crees que te dejo tomar lo que quieras de mí, Paulina?
Hay un toque burlón y seductor en su voz, y yo aparto la mirada de Gideon para inclinarme hacia delante y recuperar mi copa de vino.
—Sí —le respondo.
—Pero tú no das nada a cambio.
—Te daría algo sí lo que obtengo de ti tuviera alguna importancia para mí, pero como ese no es el caso, debes conformarte con lo que hay.
Él no se acomoda, no sé quita su saco o hace algo que dé a entender que se va a quedar, cosa que yo agradezco. Estoy segura de que él solo vino, porque la curiosidad de saber la razón por la que me casé, no lo dejaba tranquilo.
—Me casé porque quería saber que se sentía estar casada.
—¿La boda fue idea tuya?
—Sí.
—¿Y lo escogiste a él?
—Sí.
No le digo que tampoco es que hubiera otras opciones, porque sí no era Jordán, ¿quién más? Miguel no es una opción porque es mi primo y no me va el rollo del incesto, Will tampoco era una opción porque tiene casi algo con Mae y jamás me casaría con mi casi cuñado.
—¿Vas a seguir casada? Y sí es así, ¿cuánto tiempo crees que dures jugando a las casitas?
—El tiempo que no es de tu incumbencia, y sí, planeo seguir casada. ¿Por qué no? Parece que le estoy encontrando el gusto a esto del matrimonio, te pediría consejos sobre cómo tener un matrimonio feliz y estable, pero son dos conceptos que tu matrimonio no comprende.
Gideon siempre me dice que sigue casado por su puesto como alcalde, que sí no fuera por eso, hace tiempo que se hubiera divorciado, principalmente porque su esposa le fue infiel primero y él no tuvo otra opción que tragarse su orgullo y seguir casado con ella por su campaña política.
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Odio que seamos un Cliché
RomancePaulina y Jordán se odian a morir, pero se las arreglaron para terminar casados... ¡En Las Vegas! *** Jordán y Paulina son muy diferentes como el agua y el aceite o como el azúcar y la sal. Él dice que su rivalidad nació desde que ella le robó su pa...
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