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Le insistieron tanto, a tal grado que lo obligaron a aceptar, realmente no tenía ganas de ir al nuevo local a dos cuadras de la universidad, el cual, por cierto, era popular entre los alumnos no solo por su pastel de durazno, sino también por su inusual y ciertamente llamativo nombre.
Escucho de algunos jóvenes que el trato de los empleados era sumamente suave y amable, además de encantadores y evidentemente tímidos ¿Y cómo es que sabe tanto?
Realmente de sus alumnos solo escucho que el pastel de durazno era bueno, lo demás venia de Uzui, quien no paraba de hablar acerca del lugar y sus muchachos y muchachas.
¿Qué tan bueno debía ser para tener a Tengen hablando sin parar? No lo sabe, y si es sincero, no le interesa, ciertamente tiene unas mañanas y días ocupados como para ponerse a investigar, aunque eso no lo ha delimitado de sacar sus propias conclusiones. Para un Alfa sin compromiso alguno como lo es Tengen, lo mas seguro es que ya le haya echado el ojo a un Omega del local, por eso tanta insistencia y platica de lo mismo durante los últimos cinco días. Solo espera que pronto se le pase, no es un secreto que ya tiene harto a todo el equipo de profesores, incluyéndolo.
Pero regresando a lo mismo y la extraña fascinación de las personas por el café nuevo, le sorprendió en sobremanera que su mejor amigo, Obanai, le haya insistido en ir al negocio, quizá eso fue la gota que derramo el vaso y lo que lo impulso a aceptar la invitación. De Uzui no le extraño cuando lo invito, es bien sabido que Tengen es fiel amante de los cafés y bares, pero de Iguro, ¡Madre Luna! ¿Tan bueno era el café que vendían?
Fuera el que caso que fuera, ya no podía retractarse, no lo haría sabiendo que, para su amigo heterocromatico, le era difícil ser amable. No siempre Obanai lo invitaba a pasar tiempo con él fuera del trabajo, debía de mantenerse y agradecer el gesto tan considerado del azabache.
Y, continuando con lo anterior, lo había visto últimamente algo más risueño, actitud que solo él ha notado, por ser alguien cercano al profesor fanático de las serpientes, está casi seguro que ninguno de los demás maestros ha advertido el cambio en Obanai, que más un cambio en acciones, es un cambio de aura, porque sigue comportándose igual de venenoso que siempre.
Entonces, si recapitulamos a lo primero. Si, ahora mismo va en camino a la mentada cafetería, acompañando a Tengen e Iguro, que, por cierto, algo tienen que ver, no esta seguro del todo de la razón especifica que últimamente los ha llevado a platicar, pero está convencido que la cafetería es la culpable de ese repentino acercamiento entre ambos profesores, pues, ya no es coincidencia que cada martes ambos lleguen juntos con un té helado de la cafetería.
