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╰➤✎ Quizás era el calor de la temporada, o los tragos que había tomado mientras jugaba con Tengen y Rengoku, no lo sabía, y realmente no tenía las ganas de averiguarlo, solo quería enfocarse en deshacerse de ese maldito calor que repentinamente lo había comenzado a sofocar.
Tiro del cuello de su camisa blanca, buscando despegarla un poco de su piel caliente, para que el aire pudiera circular por el interior de la prenda, pero poco pareció funcionarle.
Algunas gotitas de sudor comenzaron a deslizarse por la línea de su mandíbula, perdiéndose en su cuello. No podía verse, pero está seguro que sus mejillas están ridículamente encendidas en un rojo estúpido, con las cejas fruncidas en un gesto de molestia.
— Estás oliendo muy fuerte, Sanemi – Le dijo Uzui con un tono serio, sin dejar de observar las cartas que en sus manos reposaban.
— ¿Ah? ¿Qué estás diciendo? – Exclamó, con la cara roja.
Rengoku solo dio un trago más a su cerveza, indiferente a la situación que se desarrollaba entre ambos Alfas. Él era un Beta después de todo, lo más sensato sería no entrometerse entre dos dominantes, a menos que la situación se salga de control, lo cual, muy a su pesar, es problable que suceda.
— Estás apestando toda la habitación con tu olor, deja de hacer eso – Denoto Tengen, sin abandonar su voz repentinamente autoritaria.
Aquello solo hizo que el lobo interno de Sanemi gruñera arisco, disgustado ya no solo por el calor, sino también por el intento de orden que le estaba dando el plateado.
Chasqueo la lengua, sin decir nada más. Muy a su pesar, Uzui tenía razón, poco después de que lo dijo, olfateo ligeramente el aire y si, se dio cuenta que su aroma se estaba esparciendo por todas partes. Es consciente de que Kyojuro no puede olerlo, así que realmente no tiene de que preocuparse con respecto a él, pero definitivamente es comprensible que Uzui, siendo Alfa, este molesto e incómodo. Por eso mismo, no refutó más y simplemente trató de controlar el desorden en su aroma.
No logró hacerlo.
— Largo – Bajo, pero extremadamente contundente. Aquella órden dada por el Alfa más alto no solo lo alertó, si no que también lo hizo sentirse amenazado. Incluso pudo ver al Beta rubio tensar su espalda y tragar saliva muy suavemente, como si temiera moverse.
Sí, su lobo se sintió agredido, amenazado y violentado, como si le hubieran tirado una mordida al hocico, quería responder y no dejarse dominar por el de ojos rosas, pero realmente no iba a hacerlo, su lado humano aún estaba consciente y no quería una pelea, dadas las circunstancias él saldría perdiendo, el alcohol en su organismo no jugaría a su favor. Además, por imposible que sonará, comprendía a su amigo, estaba en su casa impregnando inconscientemente su sala de estar, definitivamente ningún Alfa se sentiría cómodo estando en un lugar que apeste a otro, ¡Y más aún siendo su territorio!
