Ocho

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╰─►⸙͎❝JAELOUSY_INBLACK ❞⇜彡*ૢ✧;

『 ❝ Sangrado ❞ 』

╰➤✎ Estando ya a finales de otoño, los vientos que indicaban la inminente llegada del invierno arreciaban con más intensidad

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╰➤✎ Estando ya a finales de otoño, los vientos que indicaban la inminente llegada del invierno arreciaban con más intensidad. Las mañanas sin ninguna nube eran ya muestras del comienzo de la fría temporada, la cual, según algunos noticieros y pronósticos del internet, iba a ser bastante fría y con nevadas intensas.

Si es realmente sincero, no es un amante devoto del frío como lo llegan a ser algunas personas, pero puede aguantarlo y afrontarlo con severidad, con tres sweaters encima y cinco mantas cubriendolo claro que puede.

Su esposo por el contrario y muy diferente a él, parece soportarlo cual oso polar, después de tres años de casados no le cabe en la cabeza como es que puede comer helado aún cuando el ambiente está casi rozando los cinco grados, o andar en shorts como si fueran plenas tardes de verano.

Sus hijos eran otro caso, honestamente de ellos no hace falta hablar mucho ya que salieron igual de friolentos que él. Se convirtió en una costumbre verlos en invierno con calcetines todo el día y con gorritos de lana calentandoles las orejas.

A decir verdad, le encanta verlos pasar por la sala con sus mantas afelpaditas y calcetas de gatito para acurrucarse juntos frente al calentador, entreteniendose con sus juguetes o haciendo dibujitos surreales, y le causa tremenda gracia escucharlos con la naricilla congestionada por el frío, aunque sus hijos le reclamen por eso.

Sí, le causa mucha ternura.

- ¡Papi! - La dulce vocecilla de su hija llamándole lo hizo voltear a su dirección.

- ¿Que pasó amor? - Con cuidado, tomo a la pequeña por debajo de las axilas y la sentó en su regazo, acomodándole unos cuantos mechones sueltos de su melena albina detrás de la oreja.

- Yasahiro y yo queremos chocolate caliente - Pidió ella acomodándose y acurrucandose en el cálido pecho de su padre, sintiéndose refugiada en sus brazos cariñosos.

- ¿Dónde está tu hermano, princesa? - Habló esta vez Sanemi, quién también estaba recostado en la cama, junto a Genya.

- Mmm, está en la sala, jugando con los legos - Respondió la pequeña, riendo ante la gentil caricia de este mismo en su mejilla de ceda.

- ¡Papi! - La cuarta voz que se presento en la habitación hizo a los tres presentes voltear en dirección al umbral de la puerta.

- ¡Yasahiro! - Exclamó alarmado Genya al ver el hilillo de sangre que manchaba la pulcra e inocente carita de su primer hijo. Con cuidado bajó a la niña de sus piernas y se acercó a su niño, examinandolo rápidamente. Sanemi no se quedó atrás y un poco menos alterado que su pareja, se acercó a su hijo, poniéndose en cuclillas.

𝐁𝐫𝐚𝐯𝐮𝐜𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐲 𝐓𝐞𝐦𝐩𝐞𝐫𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐚𝐥𝐞𝐬 ;; ˢᵃⁿᵉᵍᵉⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora