Unas semanas después
Murph, mientras tanto estaba recargada en su mano, fingiendo que escuchaba a Jones contándole sobre algún escalofriante y turbio caso que había visto. Sin embargo, lo que en realidad pasaba por la mente de la de pecas era su situación actual.
Ya ni siquiera veía a su novio como un humano, para ella, no era más que un demonio que había venido a atormentarla por el resto de su vida.
Quería huír, pero cada vez que intentaba terminar su relación, Alex enfurecía y todo era peor.
Amenzaba con matarla.
Con matarse a sí mismo.
Con hacerle cosas horribles.
Los moretones cada vez eran más díficiles de ocultar.
Las sonrisas más díficiles de forzar.
- ¿Murph? - la chica volvió su atención a su amiga - no me estás escuchando, ¿verdad?
- Lo siento, he estaba pensando en algo.- susurró apenada.
- Tenemos que hablar, esto ya no me esta gustando.- dijo seria Michelle, tomando a la pelirroja del mentón para que pudiera verla.
La mente de la de pecas le hizo pasar un mal rato, recordandole todas aquellas veces en las que su pareja la tomaba bruscamente para obligarla a verlo. Retrocedió por instinto y Jones frunció el ceño.
Algo no iba nada bien.
- Lo siento, yo...- Murph se percató de lo que había hecho.
- Murph, quiero que seas sincera conmigo.- habló Jones con delicadeza.- ¿Qué esta pasando?
- Nada. - mintió con simpleza, mirando a otro lado.
- Te conozco desde que tengo memoria, no puedes mentirme.
La de pecas permaneció mirando hacia abajo, con un nudo en la garganta.
No podía decir nada, ¿qué sentido tenía? No había nada que MJ pudiera hacer para ayudarla.
- No es nada, en serio. - dijo después de un rato, mostrándole su mejor sonrisa. - Es solo que he estado un poco nerviosa por los exámenes, ya sabes.
Jones asintió no tan complacida por su respuesta, sabía que había algo mal y lo iba a descubrir.
Más tarde ese día, Murph dibujaba garabateaba en su libreta un par de cosas sin sentido, intentando distraer su mente. Su compañero de asiento miraba atentamente, pues no había nada más interesante que hacer en esa clase.
- ¿Qué es? - murmuró intrigado el castaño, en un intento de no ser escuchado por su profesora.
- ¿Perdón? - preguntó la pelirroja en susurros.
- ¿Qué es lo que dibujas? - repitió acercándose un poco.
- Es la maestra - contestó divertida, enseñándole a más detalle su dibujo - los cuernos simbolizan su maldad, y el porqué de su tercer divorcio.
Ambos jóvenes se partieron a carcajadas que intentaron disimular, pero muy evidentes para todos los presentes, quienes voltearon extrañados a verlos, llamando también la atención de su docente.
- Veo que la joven Murph y el joven Parker se divierten mucho - el par de chicos tragaron saliva al escuchar sus nombres. - ¿Serían tan amables de contarle al grupo el chiste? Así podríamos divertirnos todos.
Un silencio reino la habitación y la de pecas intentó ocultar el dibujo con las palmas de sus manos, la maestra se acercó en silencio, notando una pequeña parte de una hoja sobresalir de la mano de la pelirroja.
- ¿Puedo ver su mano, señorita? - pidió con exigencia.
- No.
Un par de risas sonaron mientras la profesora tomaba bruscamente el papel de en manos de la chica.
La mujer lo analizó hasta que entendió. Murph y Peter casi podían jurar como le salía humo de las orejas.
- Así que les parece divertido alterar mi imagen y ponerme cuernos, ¿no es así? - bufó furiosa.
- Bueno, técnicamente nosotros no fuimos quienes se los pusimos, ¿sabe? - murmuró el joven Parker haciendo referencia al matrimonio fallido de la mujer.
Murph aguantó una risa.
- ¡Suficiente!, los dos estarán castigados toda la tarde, y agradezcan a sus compañeros la tarea extra que llevaran hoy - la docente se alejó a grandes pasos, haciendo sonar sus gritos en todo el salón.
Las quejas no aguardaron en salir y la de pecas vio como Michelle la veía con una mirada que la mataba en mil maneras distintas y Murph no hizo más que darle una sonrisa inocente.
Vio a Peter, quien no había dejado de ver a la pelirroja. El castaño reaccionó y giro su mirada a otro lado.
Ahora tendrían un castigo juntos, genial.
·
El ambiente era casi tan aburrido como ver CATS, nadie hablaba y solo estaban todos sentados frente a un profesor que pretendía vigilarlos, pero claramente se había quedado dormido.
- Psst. - murmuró a su compañero de bancas y por quien, en parte, estaba allí. - ¿Eres Parker, cierto?
El castaño miro de reojo como el profesor se movía, creyendo que había despertado, aunque solo se había acomodado. - Soy Peter, dime Peter.
- Genial, yo soy Murph. - se presentó la de pecas, podrá sonar raro, pero a pesar de haber sido compañeros en química por mucho tiempo, casi nunca hablaban, así que esta había sido su primera interacción más allá de "¿puedes pasarme aquello?".
- ¿Cómo la ley de Murphy? Eso es super cool.- se emocionó Parker, despertando al guardia.
- Parker, Maddison, sin hablar. - habló adormilado para volver a dormir.
- Mi nombre no es Maddison. - murmuró confundida la pelirroja.
- Eso significa que si puedo hablar contigo. - bromeo Peter.
- Son las ventajas de no llamarme Maddison, supongo. - rio un poco la chica.
El castigo se pasó demasiado rápido para ambos chicos que bromeaban en susurros, siendo regañados de vez en cuando por el guardia, que solía intercambiar sus nombres en algún momento.
Murph pudo volver a sentirse cómoda con alguien otra vez, pudo olvidar al idiota de su novio aunque sea un momento.
El castigo acabó y cuando se les permitió tomar su celular, la pelirroja vio todas las llamadas pérdidas que tenía del monstruo, tragó saliva y simulo una sonrisa. Peter le paso su número, al final habían logrado ser buenos amigos, por así decirlo.
Caminando hacía su casa, su celular vibró. Era él.
Tomo aliento y contestó, preparada para lo peor.
- ¡¿Dónde mierda estás?!- gritó el hombre apenas la de pecas contestó.
- T-Tuve que quedarme en clases más tiempo. - murmuró asustada.
- ¿Crees que soy imbécil?, te estabas viendo con alguien más, ¿verdad?
- ¡No!, jamás haría eso, me castigaron en clases y-
- ¡Eres una zorra!, llegaré a tu casa y más te vale estar ahí.
La chica se heló.
No.
No.
No otra vez.
Se encogió en la acera a llorar, sin siquiera importarle la gente que la viera como rara.
No quería más eso.
Así que huyó.
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Murph · Peter Parker's story
Storie d'amore- ¿De verdad te llamas Murph?, ¿Cómo la ley de Murphy? - Es la décima vez que preguntas, Parker. - ¡Es que es super cool! From strangers to friends... Friends into lovers... And strangers again...? Historia situada en Civil War.