━ capítulo doce

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Era sábado por la mañana y yo buscaba de todo para matar el tiempo libre sin SeungMin; así que le acepté el café a Jisung, supuse que era un buen pretexto para burlar las horas.

Jisung me llevó a un café cerca del departamento en donde me acordé inmediatamente del día que pasé con Minho, sin embargo, la emoción no era la misma.

─ ¿Puedo preguntarte por qué viniste a Venecia? ─ Preguntó cuando la chica nos estaba acomodando nuestras tazas sobre la mesa.

─ Bueno, principalmente para visitar a SeungMin y tomar un descanso en mi vida cotidiana. ─ Expliqué, dándole un sorbo a mi café.

El sabor a capuccino vagó por mi boca hasta mi garganta.

─ Oh, ¿entonces vives con tus padres? ─ Inquirió.

─ No. ─ Dije, y salió mucho más seco de lo que esperaba. ─ Mis padres murieron en un accidente.

─ Oh, perdóname, no debí preguntar. ─ Su bello rostro de ángel se tornó comprensivo.

─ No, no te preocupes. ─ Musité.

─ ¿Sabes? Mis padres también murieron. ─ Comenzó a jugar con la taza mientras su mirada se fue profundizando en el líquido oscuro que contenía. Esperé hasta que él decidiera continuar, pendiente de la siguiente palabra que dijera. ─ En realidad sólo mi madre murió cuando me dio a luz. Mi padre, bueno, el hombre que embarazó a mi mamá; se fue. ─ Explicó, su voz tomó un tono agrio.

─ Oh. ─ No sabía qué más decir, pero lo entendía muy bien. Al menos ambos teníamos algo en común ahora. No teníamos padres. ─ ¿Desde entonces has vivido con tu tía? ─ Pregunté.

─ Sí. Ella me ha cuidado bastante bien, ha hecho un excelente trabajo por veinte años y no podría estarle más agradecido.

─ Qué linda, es una buena tía. ─ Dije. Y recordé cuando dije, o más bien pensé que era toda una vieja amargada.

Él sonrió y me recordó a la sonrisa de Minho. Si tuviera que comparar, sería bastante difícil darle el puesto número uno a alguien. Pero había una voz en mi cabeza que susurró fugaz el nombre de Minho.

La tarde con Jisung fue excelente, su forma de ser tan natural fue lo que resulté admirando, además de su bello rostro delicado, por supuesto. Cuando me di cuenta de la hora, fue cuando llegamos al departamento de nuevo. Eran las siete pasadas con quince minutos.

─ La pasé muy bien, Jisung, muchísimas gracias. ─ Dije, apenas puse un pie fuera del ascensor, cuando me di cuenta entonces de que la puerta del departamento de SeungMin era adornada por Minho.

Que mantuvo su mirada sobre nosotros y sus brazos cruzados con indiferencia; siempre tan elegante.

Me sorprendí de ver allí al dueño de la mayor parte de mis sentimientos. Aunque enseguida me retracté de esa idea; Minho no tenía porqué convertirse en el dueño de mi materia gris.

─ Cuando quieras repetirlo, estoy más que dispuesto. ─ Me dijo, con esa sonrisa bonita sobre su rostro.

Dirigió la mirada luego a Minho y con un movimiento de cabeza lo saludó. Éste respondió de la misma manera.

─ Hasta pronto. ─ Jisung se acercó y me besó la mejilla.

Pude sentir el cálido y suave contacto de sus labios contra ella, pero mi cabeza seguía funcionando tan perfectamente como antes. Ningún pensamiento interrumpido, ningún atontamiento interno, simplemente nada. Sin embargo, sí la mirada de Minho sobre el acto.

─ Hasta pronto, Jisung. ─ Dije. Cuando lo vi introducirse a su departamento, me giré a mirar a Minho, quien seguía parado allí, de brazos cruzados y mirándome.

     ᥫ᭡ 𝐌𝐀𝐍𝐔𝐀𝐋 𝐃𝐄 𝐋𝐎 𝐏𝐑𝐎𝐇𝐈𝐁𝐈𝐃𝐎 !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora