Cosas Del Destino

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Dos semanas después

– Monse, ¿es que acaso ya no recuerdas?

Esa voz otra vez, ¿por qué ahora me perturba más seguido en mis sueños? ¿Por qué siento una presión en mi pecho cada vez que lo escucho llamarme?

– ¿Ya me olvidaste? ¿Olvidaste todo lo que vivimos?

¿Por qué siento que olvidé algo importante? O a alguien. Cada vez que apareces en mi sueño, una inmensa tristeza me cubre, y quiero salir a buscarte en cada rincón del mundo, aunque sé que solo eres producto de mis sueños.

– Debes encontrarme.

¿Cómo te puedo encontrar, si todo esto es un sueño? Una escena creada por mi subconsciente, la cual, cada vez es más frecuente.

– ¡Despierta! ¡Despierta! – Alguien más habló – Vamos a llegar tarde, despierta – era otra voz, pero se escuchaba lejana.

A pesar de esos gritos, nada era capaz de perturbar mis sueños. Sobre todo cuando esos ojos avellana volvieron a aparecer en ellos, grandes y brillantes, llenos de miles de recuerdos. Sentí cómo sus manos buscaban las mías, sintiendo su suave piel, y unas caricias que enviaban lagunas de imágenes de él y yo a mi mente, como si fueran recuerdos.

– ¡Monse! – Volvieron a gritar – Si no te despiertas ahora mismo, juro que te saco en menos de un minuto de esa cama.

No hice caso y me removí, hasta volverme un ovillo entre las sábanas. No quiero despertar, no tengo intención de dejar de mirar esos ojos, o de dejar de sentir sus manos junto a las mías.

Es obvio que no sé quién es, menos su nombre, y mucho menos este afán de despertarme y querer encontrarlo. Sé que él no es real, pero si lo fuera, ¿qué haría yo?

– Contaré hasta tres, es la última advertencia.

Esa amenaza no hizo que moviera ni un dedo. Yo seguía enrollada entre las sábanas, disfrutando de cada escena del sueño.

– ¡Uno! – inició – ¡Dos! ¡Despierta en tres!

Siento cómo alguien me agarra de la pierna. Al instante abro los ojos para ver cómo Luisa me arrastra fuera de la cama, con sábana y todo, para así caer mi cuerpo contra el suelo. Así que las amenazas venían de su parte.

– ¿Qué te pasa? – le grito enojada – Estás loca, Luisa, ¿por qué me despiertas?

Con ese golpe salí de mi estado de sueño, aunque mi humor no tanto.

– Tengo rato intentando despertarte. Se nos va a hacer tarde, así que este es el único método que quedaba porque tú andabas perdida en tu mundo de sueños.

Ella tenía razón en algo, otra vez me perdí en mis sueños. Y es que de nuevo soñé con ese chico, no sé por qué sueño tan a menudo con él, tampoco he logrado ver su cara, apenas logré escuchar su voz y detallar el color de sus ojos, pero se siente tan real.

Cuando despierto solo siento esta tristeza y vacío, y unas inmensas ganas de encontrar a esa persona. Pero luego caigo de golpe en la realidad recordando que son solo sueños, solo es mi imaginación.

– ¿Monse?

Luisa mueve una mano frente a mí, y luego chasquea sus dedos logrando obtener respuesta de mi parte.

– ¿Sigues dormida? Necesito que te actives y dejes la flojera.

– Sigo despierta, solo pensaba en algo.

– Deja de pensar y arréglate, o llegaremos tarde.

Dirijo la mirada al reloj colocado en mi mesita de noche. Era muy temprano.

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