¡Izuku! ¡Deja de Mirar las Estrellas!

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Lo que fuimos...

[¡IZUKU! ¡DEJA DE MIRAR LAS ESTRELLAS!]

Pequeñas partes de madera eran arrastradas por el aire, tan súbitamente se apagaban y borraban cualquier rastro de existencia. El olor de la leña ya casi consumida por completo era una razón para alejarse por un rato de esta. Una pequeña acompañante flotadora descansaba en el interior de la relajatetera mientras que sus amigos acompañaban el paisaje como una pieza más.

Izuku Midoriya, un simple chico con la suerte más confusa del mundo estaba sentado sobre las ramas de un gran árbol que se imponía a unos cuantos metros de la casi extinta fuente de calor. Su ojos verdes reflejaban las estrellas del cielo como espejo de plata. La comisura de sus labios dejaban entrever una sonrisa de descanso. Pequeñas corrientes de aire soplaban las hojas que amenazaban con caerse para volver a su cuna.

No menos importante la luna que parecía hoy oculta en una parte indescriptible del cielo estaba bordeaba por las infinitas estrellas de la galaxia. Y para aquella vista había una observadora. Acostada sobre la hierba mientras empleaba los brazos en forma de almohada y con uno de sus mechones obstaculizando una mínima parte del panorama, Lumine seguía con sus ojos amarillos el pasaje.

Si bien la montaña era un lugar frío, valía mucho la pena por las vistas. Más aún si era una noche despejada, o por lo menos eso aparentaba.

Gruesas capas eran el heraldo de una gran lluvia, pero eso poco importaría.

—Izuku... —llamó a su amigo.

—¿Qué pasa, Lumine? —respondió sin voltearla a mirar.

—¿Qué estás viendo?

El pecoso ahogó una risa que alcanzó a ser percibida por la chica.

—Las estrellas. No hay nada más que ver. ¿No crees?

La estaba tomando del pelo, y bastante según ella. Es como si en ese momento el punto blanco más alto en el cielo fuera invisible para él. Haber obtenido su visión hacia poco no era una razón para dejar de ver la luna sin más.

—¿Y el resto? —preguntó mientras se levantaba en silencio y se estiraba un poco.

—No sé de hablas, me estas confundiendo —sonrió e hizo caso omiso a su instinto de peligro.

Grave error.

Lo siguiente que aconteció fue tan rápido que para cuando abrió los ojos de nuevo estaba siendo sujetado desde atrás. Sus Barrón brazos estaban inmóviles por una llave improvisada siendo sus pies los únicos libres. Pero estos solo servían para aferrarse al árbol por lo que estaba inútiles.

Bajó la mirada por un instante, Lumine lo sostenía con un pequeño abrazo de una sola mano. La otra la usan para señalar el cielo. Él había empezado la broma, ella la seguiría con mucho gusto.

One Shots Crónicas de Romances InesperadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora