Constante Cabeceo

1K 85 8
                                    

Tacto real

[CONSTANTE CABECEO]

Las hojas se apartaban con nuestro paso. Me dedicaste una sonrisa de alivio, no pude evitar acompañar tu risa con un pequeño rubor que tomaba posesión de mis mejillas. Miré a varios ciudadanos a lo lejos que nos señalaban con dedo, y decían cosas que no lograba captar.

Aunque, por primera vez. No me importaba en lo absoluto.

Volviste a reír, y supe que salir contigo, fue la mejor idea que pudiste haber tenido...

—Cierra los ojos —me pediste y acepté sin rechistar.

Tomaste prestada mi mano derecha, para empezar a desacelerar en medio de nuestra huida.

El sonido de los guardias del palacio a penas y se lograban diferenciar. Pronto, el sonido del agua era todo lo que mis oídos escuchaban —aparte de los latidos de mi corazón—, tuve la curiosidad de ver hacia donde nos dirigíamos, podría abrir los ojos, sino me estabas mirando, sería imposible que te hubieras dado de cuenta.

—Falta poco —dijiste de forma tan ilusionada, que soñé que era mejor esperar.

Pronto mis pasos se hicieron más lentos, el piso era cada vez resbaladizo, y con imperfecciones bastante notorias.

—¿Piedras? —pregunté un tanto convencida.

—No me obligues a cargarte —me intentaste amenazar, pero ya había un plan para eso.

No por nada logré mantener una rebelión a toda costa.

—Algo me dice que estamos cerca de una cueva... —forcé alguna acción tuya.

—Kokomi —pronunciaste mi nombre tan grave que supe que había salido mejor de lo que esperaba—. Tramposa.

Solté tu mano y estiré ambos brazos como si buscase un abrazo. No tardé en poder palpar entre ellos tu cuello, y con un pequeño salto ya estaba aferrada a ti. La sensación de tu manos sosteniendo mis piernas se sintió extrañamente bien.

Algún día planearé algo para que esto empiece a suceder más a menudo.

—No puedo preguntar hacia donde vamos, ¿verdad?

—Arruinaría la sorpresa...

—Yo pensé que tu eras la respuesta, Izuku.

Ni hacía falta ver tu cara, y como tú tampoco tenías que ver la mía, la oculté en su tu espalda. Solté una risa nerviosa a la vez que me acerqué más a ti. Corté aún más la proximidad de mis labios a tu cuello, y sin pedir permiso lo besé con deseo.

Aunque envidaste hacer algún sonido fuerte, tus latidos se descontrolaron en medio de su "libre" albedrío. Me pareció escuchar que refunfuñaste, pero solo por un instante.

One Shots Crónicas de Romances InesperadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora