La vida cotidiana de nuestros personajes favoritos. Sin viajes en el tiempo y sin desgracias, solo niños jugando a ser pandilleros, mientras se enfrentan a las dificultades de la vida.
-las imagenes no son mias, creditos a sus respectivos autores.
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-Eso es todo, ya pueden retirarse- y con esas ultimas palabras de su comandante, se dio por finalizada esa reunión de la Toman, dando permiso a sus miembros de subirse a sus motos y retirarse del lugar.
-Quieres que te lleve a casa, Mikey?- pregunto el de trenza mientras comenzaba a caminar hacia su moto.
-Me llevaras y luego te quedaras, Kenchin?- pregunto esperanzado cuando logro alcanzar al mayor y inclinarse un poco hacia adelante y luego a su costado para alcanzar a verlo con ojos suplicantes.
Draken suspiro, siempre terminaba cayendo ante los deseos de ese enano. Así que esta vez decidió rendirse desde un inicio, para no perder el tiempo en una batalla que sabia que perdería.
-Tu quieres que me quede?
-Sabes que si.
-Entonces me quedare- sentencio - tampoco es como si tuviera algo mejor que hacer hoy.
Mikey sonrió victorioso. Quiso hacer un comentario de lo fácil que el mayor cedió a su petición, pero prefirió no hacerlo, sabia que si lo hiciera el otro se enfadaría. Así que se dispusieron a caminar hacia la moto del tatuado hablando de trivialidades. Cuando llegaron Draken se monto en esta, le siguió Mikey sentándose detrás de el sujetándose de la parte trasera. El motor rugió e inmediatamente partieron a la casa del mas bajo.
Mikey disfrutaba demasiado que el chico del tatuaje lo llevara en su Zephyr, adoraba sentir el viento golpeando contra su rostro, la sola presencia del otro lo hacia sentir tranquilo. Por eso es que "accidentalmente" olvido su moto ese día, sabia que el mas alto se ofrecería a llevarlo a casa y probablemente aceptaría quedarse con el por el resto del día. Pasaban sus días acompañados del otro, de ahí la gran confianza y cercanía que forjaba tan envidiable amistad.
Finalmente llegaron a la residencia Sano, bajaron de la moto y se dirigieron dentro de la casa. Draken deseaba que Emma estuviera preparando la cena, porque sabia que sino le tocaría a el hacerla.
-Al fin llegas, Emma no quería que comencemos a comer sin ti- dijo Izana quitando la vista de la televisión para dirigirse al recién llegado - oh, Draken también esta aquí.
-Un placer verte, Izana- saludo el mas alto.
-A ti también.
El mas bajo corrió al comedor para ver que había preparado su hermana, ella siempre estaba al pendiente de todos ellos, de que comieran bien, de que se encontraran bien, parecía mentira que fuera la mas pequeña de los Sano.
-Ya estas aquí?- dijo Emma al ver a su hermano entrar al comedor.
-Huele bien, que es?
-Es soba- dijo destapando la cacerola con la comida dentro - puedes llamar al abuelo y a Izana para que vengan a la mesa?
