Capítulo uno

32 3 6
                                    

En una de las tantas habitaciones de esa gigantesca casa se encontraba un joven rubio de ojos rojos como la escarlata, sentado en su pequeño escritorio al lado de la cama y con la mirada fija en la nada, sobre el escritorio descansaba un cuaderno de hojas gruesas con un lápiz encima de este, con miles de palabras incrustadas y remarcadas una por una en el papel con el afán de no poder ser borradas en su totalidad.

20 de abril, la fecha de ese día, el día de su cumpleaños número 18, el joven se encontraba feliz por el hecho de tener la mayoría de edad en su totalidad, además de contar con los recursos suficientes para garantizar su independización, ya que hace 7 meses atrás había conseguido un trabajo de medio tiempo en una cafetería cerca de la zona donde vivía, al mismo que estudiaba en la universidad, medicina, era la carrera que su madre, Mitsuki, había escogido para el a lo cual no puso objeción alguna, el era una versión masculina de la mujer que decía ser su madre, tanto físicamente como en el carácter explosivo y agresivo que está contaban.

Si bien, a el no le disgustaba la idea de algún día ser un doctor, pero esa no era la vocación escogida para su vida, escribir era lo que le apasionaba, era por lo que el se encerraba cada noche de su habitación como ahora lo estaba. Gritos se escucharon al otro lado de la puerta sacándolo de su trance, era su madre, lo reconoció por los típicos azotes que ella le daba a la puerta de su habitación cuando algo le disgustaba, como ahora lo esta haciendo; se apresuró a guardar su cuaderno en la pequeña caja con llave que tenía para que su madre no encontrara sus versos porque eran, según ella, una perdida de tiempo.

Se levantó de la silla lo más rápido que pudo y se dispuso a abrir la puerta que aún seguía siendo golpeada con más intensidad, la puerta se abrio de par en par dejando ver a una mujer mal humorada y con el, muy ceñido, ceño fruncido que siempre portaba, al tener esa imagen ante sus ojos su cuerpo empezó a temblar y producir sudor de la manera más fría posible, la sola idea de que su madre estuviera furiosa por su culpa le hacía sentir miserable, su cumpleaños en realidad no importaba en ningún sentido para ningún miembro de la elegante y prestigiosa familia Bakugo de la cual lamentablemente pertenecía.

El joven de, recién cumplidos, 18 años se sentó en su cama para acoplarse a la situación en la que se encontraba, la mujer le daba miedo por varias razones, las cuales nunca diría, ya que su orgullo en ese momento era más grande que su autoestima. La mayor se acercó hasta el apaciguando su ceño a uno más calmado, extendiendo sus brazos dando entender al joven que lo abrazaria, y el quería ese abrazo, se levantó de la cama y extendió los brazos de igual forma, o pero que grave error acaba de cometer, la mujer al notar las obvias intenciones del menor, volvió que fruncir el ceño bajando una de sus manos y dejando la otra alzada.
.
.
.
.
.
.
.
.
Una cachetada, eso fue lo que recibió en lugar del abrazo que el anhelaba con toda su alma, el sonido de la palma contra la piel de la mejilla de Katsuki resono por toda la habitación, su mejilla se empezó a tornar de un color rojizo intenso, que su pálida piel blanca no ayudaba a cubrir, las lágrimas no se hicieron de esperar y bajaron a toda velocidad por los mofletes, uno de ellos ahora rojo, mojando también la camisa nueva que su padre le había enviado por correo.

Los gritos persistían, la voz de su madre era desgarradora, quería huir, lo sabía, pero no lo haría frente a ella, en la soledad se permitía llorar y gritar, sus gritos eran fuertes y no se preocupaba por esconderlos ya que su habitación era la última de esa casa.

De un momento a otro su madre se acercó a él subiendo las mangas de su camisa descubriendo las múltiples cicatrices y recientes cortes que tenía tras de esta, tan rápido como logró ver fue en la manera de arrebatarle a la mujer su brazo volviéndolo a esconder, una mueca de desagrado y asombro fue puesta en el rostro de la mujer que tenía por madre.

Versos del corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora