Alec llegó al portal del edificio y tocó el claxon de manera insistente, un sonido agudo que atravesó el silencio de la tarde. Desde la terraza, Fred y Drew se asomaron, la luz del sol comenzando a desvanecerse detrás de ellos.
—¡Qué cojones pasa!—gritó Drew, con el rostro enrojecido por la irritación, mientras su mirada recorría la escena.
—¡Es Cárter, bajar!—respondió Alec, mirando hacia arriba, con una mueca que dejaba claro que no estaba dispuesto a esperar más.
En cuestión de minutos, Fred y Drew descendieron las escaleras apresuradamente, con un aire de urgencia en sus movimientos. Al llegar al pie del edificio, ayudaron a Cárter a salir de la furgoneta, su cuerpo débil, visiblemente afectado. Justo después, Layla apareció tras ellos, el rostro serio, pero con una chispa de preocupación que no pudo ocultar.
Sally, que los había estado observando desde la puerta, decidió seguirles, subiendo las escaleras con rapidez, sus pasos resonando en el pasillo vacío, marcando su presencia en el aire. Cada uno de esos pasos parecía más pesado que el anterior, como si estuviera arrastrando consigo algo que no entendía del todo.
—No corras tanto, Princesa, tenemos mucho que hablar—Alec la alcanzó y, de un tirón, le arrebató un mechón de su cabello, obligándola a mirarle a los ojos. El gesto, tan brusco,la hizo tensarse, pero no pudo evitar un pequeño grito de dolor. El contacto la hizo sentir vulnerable pero algo más profundo la obligó a mantenerse firme, a no ceder a la incomodidad.
—¡Ahh!—se quejó Sally, luchando por soltarse.
Al llegar al piso, la empujó hacia la habitación de Cárter, donde lo acostaron sobre la cama. Alec, como si nada hubiera pasado, comenzó a reunir al resto del grupo en el salón.
—¿Dónde están Mía y Maggie?—preguntó, su voz cargada de impaciencia.
—Están en la playa, haciendo tiempo mientras decoramos para el cumpleaños de Maggie—Fred respondió, sin apartar la vista de su hermano, aún inquieto.
El salón estaba repleto de globos, la mayoría dorados y negros, creando un contraste irónico con la atmósfera tensa que se respiraba en el aire. Alec no parecía tener intenciones de esperar para revelar lo que había planeado. Había algo en su actitud, algo inquietante, que solo aumentaba la sensación de que las cosas estaban a punto de cambiar de forma irreversible.
—Bueno, no puedo esperar más para deciros esto—dijo, relamiéndose los labios con una sonrisa de malicia, como si disfrutara del desconcierto de los demás.
—¿Decirnos el qué?—Layla preguntó, claramente nerviosa, mirando a Alec como si buscara alguna pista en su expresión.
—Pues que tenemos a la realeza ante nosotros—Alec señaló a Sally, que se mantenía en pie, con la mirada fija en el suelo, como si intentara desaparecer.
—¿Cómo es eso posible?—Fred y Layla preguntaron al unísono, la incredulidad marcando sus palabras.
—Eso me da igual—dijo Alec, levantando la mano con desdén—Lo que importa ahora es qué hacemos con ella—y señaló a Sally con el dedo índice, como si ella fuera solo un objeto en medio de la conversación.
Sally, como un susurro, murmuró para sí misma, buscando un resquicio de claridad en medio del caos. Algo oscuro, algo ajeno a su voluntad, bloqueaba sus pensamientos, entorpeciendo su intento por conectar con su pasado.
—Princesa...—Su voz titubeó, perdida en la niebla de su propia mente. Sus recuerdos eran fragmentos rotos, pedazos dispersos que no lograba encajar.
Se tocó la frente, como si eso pudiera ayudar a deshacer el nudo de su mente.
—Solo soy doctora—se corrigió a sí misma, alzando la mirada hacia Alec—¿Qué hay de princesa en eso?—No podía dejar de preguntarse, sus recuerdos parecían un rompecabezas incompleto. Si era doctora, ¿por qué le llamaban princesa? ¿Podía serlo realmente? Se masajeó la frente, un dolor punzante creciendo en sus sienes.

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LA NUEVA ERA #PGP2025
Ciencia FicciónAÑO 2090. En un mundo postapocalíptico... Sally, una chica cuyos recuerdos le han abandonado, se cruzará con unos supervivientes. Su único objetivo es llegar a casa, pero las circunstancias del entorno que la rodea no se lo pondrán nada fáciles. Los...